“Buscó en los hombres aquel amor a la Patria que halló tan celebrado en los libros: quiero decir, aquel amor justo, debido, noble, virtuoso y no le encuentro…”
– Feijoo.
Al leer la anterior expresión de Fray Benito Feijoo, una de las mentes mejor nutridas de todos los tiempos, se hace imperioso antes de exponer nuestro concepto de lo que la Patria significa, recordar aquellas expresiones llenas de devoción y sublimidad de Miguel Antonio Caro, en la que su Patria (y la nuestra por sindéresis) es “adoración en silencio mudo…
Temor de profanar su nombre santo… Buscar amparo en su escudo… Es buscar descanso bajo la sombra de su manto… Respirar derramar en su seno el llanto… Es vivir, es morir en ella, pobre y desnudo”.
La Patria que duele
Dolorosamente en unos no se ve algún afecto a la Patria, en otros sólo se ve un interés delincuente.
Desde que nacemos se nos inculca la expresión nobilísima: “amor a la Patria”, en nuestros hogares se rinde culto a los libertadores, en las escuelas se nos nutre de conocimientos históricos en los que se enaltece el sacrificio de nuestros antepasados gloriosos, quienes, todo lo dieron pidiendo nada, para que hoy con orgullo insolente podamos sentirnos “ciudadanos” libres y libérrimos de yugos extranjeros.
Es común decir: “Soy un patriota “, pero esto no sólo involucra un dicho viril, es en realidad la síntesis de todos los principios, es la gloria de sentirse defensor de unos derechos, es la satisfacción de cumplir con un deber ineludible, insobornable, insoslayable.
Más que territorio
La Patria no es un pedazo de tierra ubicada en el mundo, eso es un país y todos y cada uno -universalmente hablando- de sus habitantes pueden llevar el nombre por el que se le denomina, pero, no todos pueden decir que ese país es su Patria.
La Patria hay que sentirla, adorarla de hinojos enaltecerla, respetarla y hacerla respetar con la palabra y la acción.
Por eso no todos son patriotas.
Un llamado
Los muchos son simples ciudadanos porque no han tenido la fortuna de sentir la llama divina que enciende el fuego de la devoción y por ello son indolentes a sus venturas.
Dentro de estos muchos están los delincuentes, los execrados, los que impúdicamente han vendido su primogenitura por un plato de “lentejas” verdes.
Trágicamente para este País mucho nacieron en el… ésos MUCHOS todos los recibieron y TODO lo vendieron.
Una nueva Patria
Los que nos llegan aventados de otros países que vienen huyendo de un estado de cosas en los que la dignidad del ser racional llega a ser una quimera, en los que la palabra “integridad“ es una expresión baladí.
Esos “aventados“ de los países desarrollados y proletarios que en igualdad hoy los designamos con el sustantivo “inmigrantes“, serán mañana los defensores de la Patria, mientras que, esos muchos que en ella nacieron con el privilegio de honrarla y defenderla, se convirtieron por obra y gracia del interés personal y económico en sus detractores.
La Patria es un todo indivisible, indiscutible, sagrado. Ella enaltece al hombre, lo hace noble y generoso.
Una idea loable
La Patria hace vibrar la fibras más hermosas del sentimiento nacionalista.
La Patria es el orgullo del hombre. El hombre que la niega y la repudia, merece su excreción. El hombre sin Patria es un paria.
Hay organizaciones internacionales que en el fondo niegan el concepto de Patria y son opuestas al nacionalismo que los exalta, esas mismas agrupaciones trabajan por una consigna extraña que, a fin de cuentas, termina siendo una antítesis de nuestra consigna de Patria.
Aquellos que transigen o pactan con esos intereses ocultos y contrarios, son inconsecuentes con la Patria.”
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