Como le leyó en el título, los buenos estudiantes, aquellos que no van a las batallas contra la repitencia (u otras florituras) o exámenes de revisión, comienzan sus vacaciones a mediados del mes de junio y se extienden, léanlo bien, durante todo el mes de julio, agosto y septiembre. Más de 90 días sin clases.
Lo inapropiado de 90 días sin clases
El despropósito del Ministerio de Educación no tiene comparación en toda Latinoamérica, ni países como Chile o Uruguay donde el invierno o el verano pueden ser extremos se encuentran periodos tan largos sin actividad escolar.
Uruguay por ejemplo identifica la semana con temperaturas más bajas o elevadas para suspender actividades escolares durante 7 días.
En Chile, las celebraciones por las Fiestas Patrias alcanzan los 7 días sin clases.
Uruguay tiene quizás el periodo más largo sin actividad escolar ya que al receso decembrino le incorporan los meses de enero y febrero.
Así pues, pueden llegar a 75 días sin clases, ya que sus vacaciones inician el 15 de diciembre hasta el último de febrero.
En Chile, enero y febrero son el periodo vacacional, aprovechan más el mes de diciembre.
Agregan una semana por Fechas Patrias. En cualquier caso, los periodos vacacionales son mucho menores a los venezolanos.
En Japón, según Google, los periodos vacacionales más largos son de 6 semanas, a los que agregan dos recesos de 2 semanas cada uno, en total 10 semanas.
No se compara con las 12 semanas que sólo en el periodo julio – octubre tendremos en nuestra Venezuela.
¿Más clases? ¿más calidad?
Dadas las condiciones de precariedad social, la Escuela es un espacio de resguardo que protege al estudiante, si bien, hemos criticado muchas veces que esta sea la función esencial en lugar de la formación, es indispensable en un contexto tan adverso lleno de espacios para la deformación.
Muchos colegios y estudiantes añoran el periodo vacacional, quizás por el exceso de actividades académicas y extracurriculares que se desarrollan en los limitados momentos (o lapsos) escolares.
Evidentemente el desgaste es mayor, la acumulación de tareas, proyectos y evaluaciones agobian a estudiantes y profesores. Mucho de este desgaste está en la mala distribución de los días efectivos de clases.
Época burocrática
Los meses de junio y julio se convierten en meses administrativos de cierre y procesamiento de notas, dejan de ser espacios para el aprendizaje, sin duda, la decisión de incorporar procesos de revisión excesivos y repetitivos han perjudicado a la mayoría.
Los procesos de antaño, en mi humilde opinión, eran más justos y pertinentes.
La cultura del esfuerzo y el trabajo diario son indispensables para el desarrollo nacional, no son opcionales.
Requerimos retomar una calendario escolar más amigable, con lapsos o momentos más holgados, que ayuden a disminuir la coincidencia de actividades escolares y extracurriculares.
Modelo anterior
En la Venezuela de los años 80 – 90 el periodo vacacional estaba restringido a 30 – 45 días. Permitía que en La Vega se organizará un Liceo de Vacaciones con una duración de 6 semanas, los estudiantes tanto buenos como con debilidades aprovechaban el tiempo y se preparaban para su nuevo año escolar.
Algunos estudiaban para sus exámenes de reparación, otros como propedéutico.
El Liceo de Vacaciones demostró ser una iniciativa de construcción de liderazgos y trabajo comunitario que acompañó a miles de jóvenes durante sus estudios.
Evidentemente, el cambio en el cronograma escolar debe acompañarse del ajuste en las condiciones laborales de los docentes: sueldos dignos, seguridad social, acompañamiento psicológico y emocional; son algunos de los elementos que deben ser resueltos para dar una respuesta integral a las carencias educativas actuales.
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