Quizás sea una merecida casualidad que el primer mes de nuestro calendario lo dediquemos al maestro, es una forma de reconocer lo importante de nuestra vocación al inicio de cada vuelta alrededor del sol.
Dedicaré las líneas de este artículo a agradecer a varios personajes, maestros de la vida, deseo que cada lector logré evocar momentos y situaciones que le ayudaron a ser lo que hoy en día son… recuerden sus nombres, sus caras, sus sonrisas. Me gusta pensar que los docentes no envejecemos, nos resistimos al paso del tiempo, congelados en la vida de nuestros estudiantes.
Recuerdo que mi primer grado se redujo a un día de clases, la maestra dijo que no tenía mucho que aprender ya que leía, sumaba y restaba.
Sabiduría materna
En segundo grado me querían promover en un día a tercero, pero mi sabia madre dijo que no. Son muy pocos los buenos recuerdos que tengo de mi estancia en la Escuela Nacional La Vega.
Mi paso por allí fue muy accidentado recuerdo salir de clases a media mañana porque varias veces la escuela sufrió robos. Se llevaban las piezas de baño, no exagero, ¡Se robaron las pocetas!
Tercer y cuarto grado los hice en la Escuela Los Naranjos, dirigido por una hermosa directora, Ibón de Borrero, ella lograba que la escuela resplandeciera, una virgen nos recibía en la entrada de la escuela y en el segundo piso estaba la maestra Betty, un pan de Dios, cercana, transparente, comprometida con su vocación.
Quinto y sexto lo hice con la maestra Aracelys, cada vez que llovía fuerte corría para sacar su carrito y evitar que el río que bajaba por las calles de la Zulia, se llevará su medio de transporte.
Fue la primera persona en felicitarme por mi decisión de estudiar matemáticas y no baile, fue terrible mi acto bailando joropo.
A Aracelys le costó esconder su desilusión al escucharme decir que quería ser profesor. Una maestra honesta, que a pesar de sus molestias por el bajo sueldo nunca faltó y siempre nos educó para ser responsables.
En el Antonio Guzmán Blanco, en el callejón Machado, en el Paraíso, inicié mi bachillerato.
El profesor Jesús Pérez, un maestro de maestros, me explicaba Comercio. De esas personas que siempre sonríen, parece que las dificultades y frustraciones no estaban en su camino.
Los tiempos del "Aplicación"…
En el Liceo de Aplicación, terminé cuarto y quinto año, Rafael Rodríguez me acompañó a mi primera Olimpíada Nacional de Matemáticas, gracias a su formación tuve el honor de ser parte de un grupo súper selecto (apenas 5 chamos) que íbamos a la UCV a formarnos para la Olimpíada Iberoamericana de Matemáticas; Concepción Ballester y Saulo Rada dos de los matemáticos más importantes de este país fueron mis profesores.
Luego llegué a la UCAB y los personajes se multiplicaron, quiero cerrar este artículo dedicándole un merecido homenaje a Edgar Ferreira, todo un señor, capaz de dar una clase de análisis matemático con un papel de 4 cm x 4 cm que sacaba del bolsillo de su camisa.
Don de gente, le debo mi primera calculadora HP, se preocupó porque a mi novia le robaron mi calculadora científica y organizó una vaca para regalarme el equipo. ¡Gracias!. Al jubilarse heredé sus cátedras por su propia voluntad. Comprendí que tal honor debía acompañarse de más formación y disciplina. Por ello la USB y la UCV se convirtieron en las casas para egresar como magister y doctor.
El apoyo necesario
El profesor Ferreira es sin duda un ser humano excepcional, se agotan los adjetivos para definir un maestro comprometido con el desarrollo del máximo potencial de sus estudiantes. Hoy nos necesita, afectado por la crisis de nuestro sistema de salud, interesados pueden colaborar por https://gofund.me/9aa4b379
Que este recorrido personal, les haya permitido remontarse en su pasado, desempolvar recuerdos y personajes, maestros que merecen nuestro abrazo, respeto y consideración.
Que el día del maestro sea una excusa para ser como ellos, para copiar sus buenas actitudes, sobre todo para defender la única vía honesta de ascenso social: la educación de calidad.
Gracias por llegar al final de este artículo.
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