El 21 de agosto de este año escribía sobre los Liceos de Vacaciones.
Una de las preguntas más difíciles de contestar era ¿Qué nos motivaba? ¿Por qué trabajábamos tanto?
Nadie mejor que Jean Pierre Wyssenbach fundador y promotor de un movimiento que desde 1980 ha acompañado a miles de jóvenes en La Vega.
Una respuesta…
Desde acá hasta el final su respuesta, en la semana de su cumpleaños
“Por generosidad. Porque éramos buena gente. Porque queríamos ayudar a los demás. Por compartir con los demás nuestros conocimientos.
Pero luego me di cuenta que era hasta por diversión. Era lo más entretenido que había en el barrio. Donde se gozaba de la compañía de gente bella.
A veces podía haber motivaciones ocultas. Casos de gente que quería que les prestaran atención. Gente que quería mandar. Gente que quería conquistar alguna muchacha bella.
Pero eran casos minoritarios. La mayoría es buena gente. Hay círculos viciosos y espirales virtuosas. Está el que no hace nada. Se aburre. Y eso le produce una creciente frustración. Y está el caso del que se siente bien ayudando a los demás. Eso le produce satisfacción. Y le da fuerzas para continuar ayudando.
Por amistad. Ese trabajo de ayudar a los demás fue haciendo crecer entre nosotros una amistad. Terminamos el liceo de vacaciones y no queríamos separarnos. Y pensamos qué podíamos hacer por los demás. Mantener activa la biblioteca que había organizado el grupo Comunidad organizada en la terraza del Dispensario Jesús de Nazaret. Participando en la catequesis de la Vicaría. Creando el Grupo de teatro Casco Obrero. Con un preescolar de fines de semana que llamamos Taller de niños. En un grupo de Refuerzo escolar que preparaba hojas de problemas para los clubes de matemáticas y dictados para los clubes de castellano. Dando deporte en las escuelas donde no daban deporte.
Para estimular el deporte hacíamos los días de la escuela, en los que había volibol femenino y masculino, matemáticas de sexto y quinto grado, castellano de sexto y quinto grado. Los días de la escuela crecieron de tres a seis escuelas. Y al cabo de ocho años dimos el paso a las olimpíadas, con más de veinte escuelas y de mil participantes.
El grupo fue conformando una familia. Un ambiente donde compartíamos alegrías y preocupaciones. Un ambiente en el que éramos reconocidos y valorados.
El grupo fue generosidad, diversión, fábrica, producción, amistad, familia. Unos partían y otros llegaban. Iban recogiendo los valores del grupo. Era una formación en la acción.
Y esto duró años. Cada año había gente nueva. Pero conservando tradiciones. Habíamos descubierto un método.
¿Se podía repetir en otros barrios? Lo intentamos en Maturín. Pero no a nivel de liceo sino de escuela. En la invasión de La Puente nueva. En la escuela Luis Antonio Ormieres de Fe y Alegría en La Murallita.Nos encantará compartir nuestra experiencia con otras comunidades.”
Déjame tus comentarios en [email protected] o @jjaviersalas en Twitter.
Lea otros artículos del profesor José Javier Salas haciendo CLICK AQUÍ.