@Iroq21 / Pedagogo
El 16 de marzo se cumplen dos años del decreto de suspensión de actividades por el COVID19, de 2020. Durante los 18 meses siguientes las actividades de aprendizaje no pasaron por una relación significativa cara a cara, docente-estudiante.
Ese contacto fue mediado o reemplazado por las redes sociales, el internet, Zoom, material a distancia, o simplemente no ocurrieron, durante buena parte de los lapsos escolares que abarcaron los años 2020 y 2021.
La consecuencia de éste alejamiento forzado de la relación entre los actores escolares puede haber traído consecuencias en el rezago y la repitencia escolar.
El rezago
En el caso del rezago escolar, ENCOVI encontró (febrero y abril 2021), en los adolescentes un rezago leve y severo en la escolaridad, de hembras y varones. El rezago se incrementó respecto al año 19-20 en 7 puntos.
En los varones alcanzaba a 2 de cada 10, para dos años de rezago. La edad de este grupo oscilaba entre 12 y 17 años, es decir cursantes de educación media, que no lo hacían al ritmo correspondiente.
En muchos casos el rezago se traduce hasta en dos años perdidos (se inició antes de la pandemia), probablemente por no aprobar el año escolar.
Números altos
En nuestro país los volúmenes de repitencia escolar están presentes, y con creces, a pesar que el número de repitientes es una caja negra, porque las autoridades no lo divulgan en un esfuerzo por mantenerla contenida.
En la práctica ocurren muchos eventos de “promoción automática”, como en bachillerato.
Sería interesante constatar en cuantos cursos de secundaria donde no hay docentes de física, química, matemáticas, inglés y más, se promedia la nota de otras asignaturas para asignarla al estudiante.
Quizás eso no se dice, ni se admite, pero al interior de los planteles es un secreto en voz alta de que ocurre.
El diagnóstico
En el estudio que realiza @conlaescuela en este año 2022, se encontró que en un 77% de los planteles estudiados, de seis estados, tienen repitientes.
Su presencia es mayor, en el Distrito Capital y el estado Miranda. Si bien no sorprende la presencia de ellos, llama la atención la frecuencia en medio de una Pandemia.
Se podía esperar que se debió diversificar las acciones y actividades para la atención estudiantil, y el reforzamiento pedagógico. También algunos expertos educativos propusieron, la extensión del año de clases, todo con el fin de evitar el fracaso escolar.
Pero sabemos que no fue así, por el descalabro multifactorial que sufre nuestra educación básica.
Varones lideran
Otro hallazgo es la cantidad mayor de repitientes en los varones, que en las hembras. Con casi dos puntos los niños y jóvenes superan a las del sexo femenino en este aspecto.
Casi seis de cada 10 repitientes son varones. El estudio además señala: “..el 66% de los alumnos repitientes son cursantes de algún grado del nivel de educación primaria”.
Ese es otro aspecto de preocupación porque ocurre con mayor incidencia, en el nivel que más absorbe población de niños y niñas. El rezago escolar se inicia tempranamente.
La presencia del estudiante en un aula de clases fue durante mucho tiempo algo icónico en nuestra educación básica.
Pero en los anteriores dos años y aun hoy en día, la pandemia se encargó que no fuera así.
Fenómenos negativos como la repitencia, son la expresión de la urgencia por regularizar el funcionamiento de la atención al estudiante, con buenos docentes y con medidas efectivas de remediación y apoyo pedagógico específico.
¿Habrá capacidad para hacerlo?
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