Cuatro soldados estadounidenses resultaron muertos hoy como consecuencia de un ataque con cohetes perpetrado contra la Base Aérea estadounidense de Bagram, a las afueras de Kabul, indicó hoy un funcionario del Pentágono a la CNN.
Por su parte, la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), la tropa internacional de la OTAN que lidera la intervención en Afganistán, reconoció que cuatro de sus miembros habían fallecido en un ataque "en el este de Afganistán", pero no revelaron su nacionalidad.
El nuevo ataque se produce el mismo día que EE.UU. anunció que los talibanes abrirán una oficina en Doha, la capital de Catar, e iniciarán negociaciones directas de paz con el Gobierno de Afganistán y en las cuales Washington "tendrá un papel", según confirmó la Casa Blanca.
Asimismo, el presidente afgano, Hamid Karzai, anunció en Kabul el inicio del traspaso definitivo de la seguridad a las fuerzas locales con la presencia del secretario general de la OTAN, Anders Rasmussen, y el jefe de la ISAF, Joseph Dunford.
Durante la última fase de la transición, que se espera concluya a finales de 2014, la Policía y el Ejército afganos relevarán de manera gradual a las tropas internacionales de la misión de la ISAF de los 95 distritos -sobre todo en el sur y este del país- que todavía están bajo su control.
Pese a estos anuncios, los atentados insurgentes no se han detenido. Esta misma mañana, Kabul fue escenario de un nuevo ataque suicida, esta vez contra el líder de la etnia hazara y antiguo señor de la guerra Mohammad Mohaqiq, que causó la muerte de tres civiles y heridas a otras veinte personas.
La guerra afgana se halla en uno de los momentos más sangrientos once años después de la invasión de EE.UU. y la caída de los talibanes en 2001.
Según un informe de la ONU, el número de civiles víctimas de sucesos violentos en el país asiático en los primeros cinco meses de 2013 aumentaron un 24 % respecto al mismo período de 2012, y se ubicaron en 2.499. /EFE