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¡Impactante! Venezolana narra cómo la secuestraron y dispararon en el rostro

Viernes, 10 de marzo de 2023 a las 05:56 am
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Una mujer de nacionalidad Venezolana relató una horrible situación que vivió en Colombia, donde milagrosamente sobrevivió a un secuestro, durante el cual resultó gravemente herida por un impacto de arma de fuego.

Andrea atravesaba una mala situación económica, y ante la falta de recursos para comprar comida, escribió mensajes a varios de sus amigos hasta que uno de ellos accedió a prestarle dinero. La única condición que este le puso fue que se dirigiera hasta donde él vivía.

Cuando llegó al lugar que pactó con el individuo, “sentía una vibra muy pesada y sentía que todo el mundo me miraba” relató. Por su mente pasó el pensamiento de que las personas a su alrededor “sabían lo que iba a pasar”.

No obstante, “en ese momento, no le presté atención”, contó.

Según lo reseñado por El Tiempo, su amigo, quien la citó, no apareció ni le contestó el celular. Así que Andrea caminó, pero repentinamente una pareja la abordó.

Aquellas personas la, por medio de engaños, la llevaron hasta un barrio ubicado en una montaña, le dijeron que se vería con el sujeto que le iba a prestar el dinero.

“Entré a la casa. Una persona me agarró y me puso un trapo en la boca con formol. Me estaba asfixiando, y otro hombre me apuntó con un arma. ‘Te vas a morir’, gritaba”, recordó.

Terminó amarrada de manos y pies en un cuarto, mientras la amedrentaban y golpeaban. “Me decían que me iba a morir y que me iban a picar”.

Uno de sus secuestradores la abusó sexualmente. “Es lo peor que le puede pasar a un ser humano”, manifestó.

Al cabo de unos minutos, apareció el sujeto, quien ella pensó que era su amigo. El mismo le enfatizó que iban a acabar con su vida. “Mándale saludos a tu mamá desde el cielo”, fue lo que le dijeron los secuestradores. “Decían eso, y con las armas me apuntaban entre todos”, continuó Andrea.

Los criminales la llevaron hasta un cerro, en medio de sus súplicas y oraciones. Una vez encontraron la montaña desolada, el hombre le disparó sin mediar palabra.

“El disparó me entró por la nariz y me salió detrás de la oreja. La bala me empujó. Caí. Me quedé inmóvil no sé por cuánto tiempo. ‘Se murió, la matamos’, escuché”.

Uno de los sujetos intentó dispararle de nuevo a la venezolana. Se acercó, le puso el arma en la cabeza, pero esta vez la bala se trabó. Así que la empujaron por la montaña para que rodara, pensaron que la venezolana no tenía signos vitales.

Cuando notó que el grupo se había alejado, huyó de aquel lugar. Se hallaba sola en la mitad de la noche. Como pudo, se levantó y se arrastró con la cara ensangrentada. “La verdad no sentía nada, solo la cara mojada. No veía nada por un ojo” describió.

La mujer cayó al suelo, luego de caminar por horas. Se quedó dormida.

Al despertar, encontró ayuda en una casa. “La señora cuando me vio se quedó en shock. Yo le dije que lo único que quería era agua y dormir”.

Le prestaron ayuda y llamaron a la Policía para trasladarla hasta un hospital. Andrea, consciente de que su vida seguía en riesgo, evitó decir quiénes la violentaron, solo esperaba que la atendieran. Los médicos le extrajeron la bala y operaron su rostro.

“Tengo la mitad de la cara reconstruida. No tengo ningún hueso en la mitad de la cara. Tengo una barra de titanio para reconstruir la mandíbula, me pusieron 11 tornillos. La cara se me partió en cuatro pedazos”, explicó.

Tras las terapias, pudo recuperar parte del movimiento de su rostro. Vivió asustada por varios meses. Sin embargo, una noticia que vio en televisión le dio esperanza: la banda que la habría secuestrado y abusado había sido dada de baja.

“Todo el mundo pensaba que yo estaba muerta. Las personas me veían como si fuera un bicho raro”, comentó. “Yo tenía una sonrisa tan bella, todavía estoy en esa lucha. Todavía sueño que un cirujano vea mis videos y me pueda operar la cara”, resaltó.

Con su testimonio, la venezolana quiere concientizar sobre la violencia que viven miles de mujeres en las calles. “Quizá mi historia hubiera sido otra si Dios no me hubiera puesto aquí”.

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