Zandy Aliendres
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Cada quién hacía lo suyo la mañana del 29 de junio. Una católica devota se alistaba para ir a misa. Un trabajador aprovechaba su día libre para dormir un poco más. Los fanáticos del fútbol aguardaban para jugar a las quinielas con el partido Holanda Vs. México de la Copa Mundial FIFA 2014.
Los médicos salvaban vidas en el Hospital Clínico Universitario de Caracas, mientras que en los barrios capitalinos las bandas delictivas saldaban cuentas a la luz del alba a plomo limpio con el sonido de las balas.
Eran cerca de las 6:15 am cuando uno de los neumonólogos fue llamado a quirófano. Amanecía de una guardia donde ya había atendido a más de 10 personas y ahora le tocaba ver a un paciente con un traumatismo toráxico producido por un arma de fuego. Un baleado más de los que se registran los fines de semana en la capital del país.
En otra área del centro asistencial, estaba hospitalizado un niño de 11 años. Un infarto intestinal lo llevó a terapia intensiva y aguardaba para ser operado.
En la sala H
El Hospital Clínico Universitario cuenta con 10 salas de quirófano. Ese domingo en la mañana solo se encontraba activa la quinta que se encuentra del lado izquierdo.
Allí, en la sala H, una residente de cirugía general, el cirujano de guardia, la residente de anestesia, el anestesiólogo, la enfermera circulante y la enfermera instrumentista trabajaban en conjunto para salvar la vida a Edison “El negro” Balza quien tenía los signos vitales inestables.
A las 6:30 am ya estaban operando al paciente de 27 años. En ese momento no hallaron mayores daños en el tórax pero sí sangre en el abdomen. Tras cumplir con el protocolo, el especialista de neumonología retornó a su servicio. Casi las 8:00 am bajó nuevamente a piso 6 para evaluar las condiciones del paciente.
El panorama cambió
Un extraño entró al quirófano donde se pelea por la vida. Sin decir muchas palabras, terminó el trabajo que alguien comenzó unas horas antes.
“Se escuchó un alboroto, una gritería. Los quirófanos son prácticamente impenetrables en cuanto a la bulla. Se abrió la puerta e ingresó una persona que no tenía puesta ropa de quirófano, le dijo a la gente que se apartara y le disparó al paciente que estaban operando”, recuerda.
Por una de las escaleras iba bajando el médico residente de cirugía pediátrica Esteban Moreno. Iba apurado, pues una situación en piso 7 no le dejó bajar más temprano. Su misión era ingresar a un menor de 11 años que se encontraba bajo el protocolo de abdomen abierto por problemas con el intestino.
En ese pequeño lugar escuchó cada uno de los disparos y se quedó paralizado. “Estaba llegando al piso 6 cuando escuché las primeras detonaciones. No seguí bajando y escuché los gritos de la gente. En menos de dos minutos se escucharon las otras detonaciones”, narra.
En la primera tanda de disparos murió “El negro” y en la segunda Said Balza, su hermano que le esperaba afuera.
Luego del susto y de decirse a sí mismo “menos mal que no bajé antes”, Moreno salió.
Vio alboroto, lágrimas de miedo en el rostro de enfermeras y camareras, unos metros más adelante un cuerpo acribillado y unos pasos más allá, en una camilla, otro cadáver baleado.
El escape
Los antisociales corrieron por el pasillo para huir de las miradas del personal médico, pacientes y familiares. Bajaron por otras escaleras y luego se escucharon más disparos. Quedó el olor a sangre y pólvora, el miedo, la indignación y dos heridos: un anestesiólogo que se cortó con un vidrio roto por una bala y un trabajador del hospital que recibió dos disparos en la pierna perpetrados por aquellos que, según el ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, habían sido policías.
Horas después del suceso, cerca de las 11:00 am llegó una comisión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. Hicieron el protocolo establecido para este tipo de casos que, por primera vez se había presenciado en el hospital de una universidad declarada en el año 2000 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Se recogieron cerca de 30 cartuchos de balas: 10 en el quirófano y 17 en el pasillo.
Retornó la tensa calma al recinto hospitalario. El paciente de cirugía pediátrica tuvo que esperar un día más para ser operado. La noticia se corrió por las redes sociales tan rápido como los resultados de los encuentros de cuartos de final del mundial.
El personal del hospital tomó como medida de protesta no atender a adultos por emergencia durante tres días. El neumonólogo que estuvo en el lugar, reflexiona: “estoy preocupado por cómo estamos como sociedad. Los tipos ni respetan una institución hospitalaria ni a un paciente. En las peores guerras se respeta esto y en este país, no”.
2014-07-02