La infancia de Emery Jesús Hernández Tovar, transcurrió como la de cualquier otro niño normal en la población de Santa Teresa del Tuy, estado Miranda.
Emery Jesús Hernández: perfil de un violador serial
Un Emery, quien al ser menor de edad, entre las décadas de 1990 y la del 2000, contó con representantes que se esforzaron para que no le faltara nada en su desarrollo. Incluso fue inscrito en colegios privados, todo para garantizar quizás una mayor y más esmerada educación, tanto primaria como secundaria.
Pero sin dudas, la misión falló…
Al cumplir 18 años, cometió su primera violación, delito que no contó con denuncia formal, pero que salió a relucir tras hacerse del conocimiento público su condición de aberrado serial.
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En el año 2012, repitio nuevamente eso que venía en ejecución: abusa sexualmente de tres niñas pequeñas en Los Valles del Tuy y esto le genera su primera denuncia oficial ante los órganos competentes.
Las infantes resultaron ser sus sobrinas, todo habría quedado en una suposición y el caso no trascendió.
Emery Jesús Hernández encontró un poder aliado para su aberración
Se convirtió, con el paso del tiempo, en funcionario policial. Este nuevo rango en el cual debía convertirse en un elemento para la seguridad, le otorgó poder a su enfermedad.
No solo abusaba sexualmente de sus víctimas seleccionadas, sino que combinaba este delito con el abuso de poder para perpetrar.
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En este lapso, los abusos sexuales contra niñas y mujeres de todas las edades, pasan del centenar. Las denuncias formales rondan las 15, números preocupantes emanados de una sociedad abusada que poco confía en los órganos de autoridad.
Emery Jesús Hernández Tovar, nacido el 19 de diciembre de 1989, estaba armado, era funcionario policial activo, era un psicópata suelto entre la sociedad y se camuflaba como un ser amable y social.
Sus víctimas lo describen como conversador, apacible, entrador con un vocabulario ameno y por sobre todas las cosas, con una pinta que jamás daba para pensar el desarrollo interno de sus bajas pasiones.
Operaba con premeditación
Operaba con mayor frecuencia al sur-oeste de la capital venezolana. Se olvidó para siempre de Santa Teresa del Tuy y encontró otro mercado por explorar en El Paraiso, La Yaguara, Antímano, Carapita, Las Adjuntas y Caricuao.
Seleccionaba a sus víctimas por las condiciones en las que vivían. Generalmente, se trataba de damas con residencia en casas pequeñas y ubicadas en las veredas de los sectores populares antes citados.
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Las buscaba porque vivían solas y por ser mujeres que se encontraban prácticamente solas la mayor parte del día y al cuidado de sus hijos pequeños. Practicaba un seguimiento a sus potenciales víctimas, sin que estas se percataran.
Aunque siempre solía servirse de distintas oportunidades para abusos sexuales sin premeditación alguna.
Era compulsivo y muchos de sus crímenes también fueron sin planificación.
Se mostraba amable y conversador
Al situar a las féminas escogidas, y tras esperar el momento preciso siempre después del mediodía, llegaba muy cerca de la vivienda que previamente seleccionó para saciar sus bajas pasiones.
Fingía tener una avería en su moto, y se acercaba para solicitar, con amabilidad, un cuchillo o destornillador. Las mujeres accedían para tratar de ayudarlo, él luego les pedía un vaso con agua para beber, mientras les sacaba conversación.
Profundizada en la conversación, y después de ganarse la confianza de las mujeres, al estar cerca de la puerta, entraba, las empujaba y desenfundaba un arma de fuego. Para ese momento ya no había escapatoria posible. Las amenazaba con matarlas si gritaban o intentaban alguna maniobra para huir de él.
Las adentraba en los cuartos de las viviendas, y todavía bajo amenaza de muerte, abusaba sexualmente para después salir de forma rápida y sin dejar rastro alguno.
Muchas de sus víctimas callaron
Este modus operandi, se repetía una y otra vez. Parecía ser su método favorito entre las muchas casualidades que aprovechaba en las calles y a bordo de su motocicleta.
Pocas féminas denunciaron ante la policía y ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC). Prefirieron callar ante un hecho humillante, y con el susto aún entre las venas: pensar que pudieron perder la vida a manos de este inescrupuloso criminal.
Una de las víctimas registradas, reveló que Hernández Tovar empezó a perseguirla y a acosarla en la calle mientras transitaba por La Yaguara.
La mujer contó que el aberrado la amenazó con una pistola. Le pidió que se subiera a la moto, le dijo que la policía lo perseguía y necesitaba que ella lo ayudara. Tras eso, llevó a la jovencita hasta un espacio inferior del Distribuidor La Araña en Caracas y allí intentó violarla.
La muchacha corrió hasta la autopista y pidió auxilio por varios minutos hasta que dos funcionarios de la Guardia Nacional la socorrieron.
La joven narró los hechos, pero cuando los efectivos requisaron el lugar, ya Emery Jesús Hernández Tovar había emprendido huida.
Un violador en serie
Después de múltiples denuncias, todas con el mismo patrón, las autoridades venezolanas comprendieron que estaban ante la presencia de un violador en serie. Investigaciones y pesquisas diversas lograron su captura, detención que creían ya definitiva.
El violador en serie se confesó con los especialistas policiales, y escudó sus actuaciones en que los actos sexuales fueron consensuados con cada una de las víctimas.
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Es decir, Emery Hernández, con muestras de una supuesta superioridad que se alojaba sólo en su mente, estremeció a los policías al indicarles que sus acciones no eran abusos, y que sus víctimas disfrutaban cada hecho que él generó.
Tras ser enviado a la comandancia y hasta el centro de detención del CICPC en la urbanización El Rosal, del municipio Chacao, escapó el pasado 24 de junio del 2022. Rápidamente, se inició una campaña comunicacional de búsqueda e investigación para dar nuevamente con su paradero.
El violador fue recapturado por una comisión policial mixta en el sector Vista Alegre en la urbanización El Paraíso, la madrugada de este pasado domingo 3 de julio, casi 10 días después de su fuga.
Allí, muy cerca de donde actuaba como psicópata sexual con más de 100 delitos de estas características en su haber: una carrera abusiva y llena de mucho terror, ese que perpetró durante casi 15 años como enfermo circulante con libre albedrío, en una sociedad que lo padeció por tres lustros consecutivos.
Expertos lo describen como un ser mentiroso por excelencia, que esconde su aberración en un rostro inmutable.
Su objetivo era mostrarse dominante y dar a entender, según su psiquis, que posee amplía hombría, típico comportamiento en la mayoría de los violadores y antisociales de esta índole.
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