El hambre emocional surge de repente, y quienes la padecen dirigen su atención a alimentos concretos como, snacks, dulces o comida rápida. Generalmente quien tiene este tipo de hambre no se sacia, aunque coma en exceso.
¿La razón? Esta es una respuesta a emociones como la ansiedad, la tristeza, la soledad o incluso el aburrimiento.
¿En qué consiste el hambre emocional?
Es un estado en el que se come sin tener hambre real. Según Sanitas “es un tipo de trastorno alimenticio que se relaciona con los conflictos anímicos y las emociones que, al no saber resolverlos, alteran nuestro estadio natural”.
La persona que lo padece siente una gran necesidad de comer de manera impulsiva e incontrolada, incluso cuando no tiene hambre. Es decir, es una necesidad de comer para poder satisfacer ese “algo” que le está perturbando a nivel emocional.
Síntomas
- Necesidad de comer, aunque no se tiene hambre fisiológica.
- Aparece de manera repentina.
- Aparece el sentimiento de culpa luego de comer.
- Generalmente demanda alimentos específicos.
- Comer para estar mejor a nivel emocional.
- La sensación de “hambre” continúa a pesar de la ingesta.
Toma el control
Según la doctora Cristina Petratti, especialista en Obesidad y Nutrición e integrante de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), propone llevar un diario emocional, pues sus pacientes suelen explicarle que comen mejor, pero cuando aparecen los síntomas de soledad o ansiedad o al estar con amigos se pierde el control, y esto le demuestra que “la clave no está solo en qué comen, sino en por qué comen”, refiere Hola.
En tal sentido, escribir que sientes antes de comer y con ello detectar patrones de los que no siempre se es consciente. “Por ejemplo, quizá siempre recurres a un dulce cuando estás estresada en el trabajo, o buscas patatas fritas cuando te sientes sola en casa. Al tomar conciencia, es más fácil frenar el impulso y sustituirlo por otras acciones que te reconforten sin necesidad de comer”.
Además, la especialista ofrece algunas recomendaciones sin caer en estrictas dietas:
1. Planificar las comidas con libertad y estructura. Tener claro qué vas a comer evitas las improvisaciones.
2. Realizar alguna actividad física, aunque sea caminar 15 minutos, lo importante es moverse y ser constante.
3. Medita, respira consciente o escribe para entrenar la mente.
4. Hidrátate y duerme suficiente. La falta de agua y de sueño incrementa el apetito.
5. No te castigues si un día comes más.
6. Incluye en tu menú avena integral, legumbres, huevos, frutas enteras, frutos secos, semillas de lino y chía, y papas. Estos son alimentos que ayudan a comer sano y evitan los picos de hambre emocional.
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