Una investigación genética, la más grande hasta la fecha sobre el trastorno de la lectura, ha revelado nuevos horizontes para comprender la dislexia.
El estudio internacional liderado por el equipo de la University of Edinburgh, analizó datos genéticos de más de 1,2 millones de personas, lo que le confirió un poder estadístico sin precedentes para desentrañar las bases biológicas de esta condición del neurodesarrollo.
El hallazgo más significativo fue la identificación de 80 regiones del genoma humano asociadas a la dislexia. De estas, 36 no se habían relacionado previamente con el trastorno, y trece resultaron ser completamente nuevas para la ciencia.
Este descubrimiento sugiere que muchos de estos genes recién descubiertos juegan un papel crucial en el desarrollo temprano del cerebro infantil.
Conexiones inesperadas y nuevas vías de investigación
El estudio también reafirmó la fuerte superposición genética existente entre la dislexia y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), lo cual explica por qué ambos diagnósticos suelen presentarse de forma conjunta en la práctica clínica.
Sin embargo, el dato más inesperado es la correlación genética observada entre ciertos marcadores de la dislexia y formas específicas de dolor crónico. Aunque los autores son cautelosos, esta conexión plantea la posibilidad de una base biológica común subyacente que hasta ahora se desconocía, abriendo una nueva e importante línea de investigación futura.
Estos avances van más allá de las dificultades en la lectura y escritura, reconociendo que la dislexia es un fenómeno de neurodivergencia que también puede acarrear fortalezas, como una creatividad no verbal superior.
El nuevo conocimiento genético promete impulsar el desarrollo de estrategias de intervención más personalizadas y una educación más inclusiva, adaptada a las necesidades específicas de cada persona afectada.
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