Las noches excesivamente cálidas, especialmente en áreas urbanas sometidas a efecto isla de calor, alteran de forma notable tanto la duración como la calidad del sueño. Desde principios del siglo XXI, se han perdido en promedio 44 horas de sueño al año gracias al aumento de temperaturas nocturnas, y para finales de siglo esa pérdida podría ascender a 50–58 horas anuales si continúa el calentamiento global sin mitigación.
Cuando las temperaturas nocturnas superan los 30 °C, se estima que las personas pierden entre 11 y 18 minutos de sueño por noche, especialmente del sueño profundo.
Esto se debe a que el calor interfiere con los mecanismos naturales de termorregulación del cuerpo y complica que el organismo reduzca su temperatura central, esencial para conciliar el sueño. Como resultado, el sueño suele volverse más leve, fragmentado y menos reparador, con más despertares y menor proporción de sueño profundo.
Apnea obstructiva del sueño
El sueño superficial aumenta la vulnerabilidad a la apnea obstructiva del sueño (AOS), un trastorno en el que la vía respiratoria colapsa repetidamente durante la noche. La falta de fases profundas eleva significativamente su riesgo. Según un estudio citado en Nature Communications, temperaturas diurnas promedio de 27,3 °C se relacionan con un incremento del 45 % en la probabilidad de AOS en comparación con condiciones más templadas.
En 2023, se calculó que la incidencia de AOS atribuible al calor provocó una pérdida aproximada de 800 mil años de vida saludable y causó pérdidas de productividad laboral estimadas en 30 mil millones de dólares.
El calor y la falta de sueño son especialmente perjudiciales para sectores vulnerables como mayores, personas con menor acceso a climatización o habitantes de ciudades densas sin suficientes zonas verdes.
Recomendaciones para minimizar el impacto
Para mitigar estos riesgos, expertos recomiendan:
- Mantener los dormitorios frescos con temperaturas entre 18 y 22 °C.
- Ventilar por la noche y bloquear la luz y el calor durante el día.
- Usar ventiladores o aire acondicionado de forma eficiente.
- Hidratarse bien, ducharse con agua templada o fría antes de dormir, y usar ropa de cama ligera.
- A nivel urbano, promover mayor aislamiento eficiente, zonas verdes y diseño bioclimático para reducir el efecto isla de calor.
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