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La Organización Mundial de la Salud precisa que son pocos los niños que cuentan con una alimentación complementaria segura y adecuada desde el punto de vista nutricional. En muchos países, un cuarto de los infantes entre 6 a 23 meses, cumplen los estándares de diversidad y frecuencia en las comidas indicadas para su edad.
La enfermera y consejera de lactancia materna, Patrycia Ramos, destaca que a partir de los seis meses debe comenzar a introducirse la alimentación complementaria. Sin embargo, esto no quiere decir que la leche materna va a ser suplemento de los alimentos, todo lo contrario, esta seguirá siendo el alimento principal hasta el primer año de vida.
Por esta razón se sugiere la lactancia materna exclusiva o la ingesta de fórmulas infantiles durante los primeros seis meses de vida, porque a partir de este momento, comienzan a aparecer signos de maduración del sistema inmunológico, gastrointestinal y motor, lo que refleja que está preparado para consumir otro tipo de alimentos.
“Luego de este periodo la leche materna no se vuelve agua, solo que mientras que el niño va creciendo, va aumentando sus requerimientos”, manifiesta Ramos.
¿Cómo saber que mi bebé está preparado para ingerir otros alimentos?
La también promotora de crianza respetuosa destalla que un niño está capacitado para la alimentación complementaria cuando haya cumplido los seis meses de edad, de acuerdo con lo establecido por la OMS. Otro requisito indispensable es que el lactante se mantenga sentado, solo o con ayuda, porque esto refleja que cuenta con cierta habilidad motora.
Su interés por los alimentos que comen sus padres o familiares refleja que es el momento indicado para iniciar este proceso. Además, debe haber perdido el reflejo de extrusión, que permite a los bebés expulsar de su boca, con la ayuda de la lengua, cualquier alimento que no tenga la textura, el sabor u olor de la mama.
Alimentación complementario y Baby Led Weaning
En los últimos años ha cobrado mayor importancia el método Baby Led Waening (BLW), que por sus siglas en inglés significa alimentación complementaria autorregulada o a demanda. Esta práctica persigue que el bebé, a través del contacto con los alimentos, la manipulación, el conocimiento, la exploración y el juego, ingiera comida en su presentación más natural.
Por su parte, la alimentación complementaria o método tradicional, sugiere la introducción de estos nutrientes a través de una forma líquida o semilíquida (papillas, sopas licuadas, compotas, purés, etc). Muchas veces condimentadas con ingredientes industrializados o, incluso, endulzadas de forma artificial.
Con la intención de mejorar el método BLW y hacerlo más efectivo y seguro para los infantes, se ideó la versión Blisss. Se trata de introducir tres tipos de alimentos en su dieta: uno que aporte energía, como los carbohidratos; otros que sean rico en hierro, bien sea de origen animal o vegetal y, finalmente, una fruta o verdura. Es indispensable que estos alimentos deban ser presentados en forma de palitos, con un grosor parecido al de los dedos y más largos que el puño de su mano.
¿Con cuáles alimentos debo comenzar primero?
Patrycia Ramos aconseja iniciar con alimentos de fácil digestión. No se recomienda comenzar con cítricos, ni con pescados, ni alimentos que presenten un alto riesgo de alergias o intolerancia. “Se debe comenzar con vegetales o frutas, y mantenerlos únicamente por tres días y una sola vez al día, preferiblemente en la mañana, para evaluar la reacción al alimento”, indica.
Lo ideal es que se postergue el añadido de sal y azúcar el mayor tiempo posible, sin embargo, hay ciertos permisos a partir de los 12 meses. La introducción temprana de azúcar tiende a forzar el páncreas, a generar problemas de sobrepeso en la adultez, incluso hipertensión y diabetes. Mientras que la sal, por la presencia de sodio, puede ocasionar reacciones desfavorables.
“No se recomienda dar alimentos chatarra, grasosos, chucherías, insanos, esos que contengan calorías vacías y que representen más un riesgo que un beneficio (galletas, tortas, chocolates, café, refresco). No hay que darle ningún tipo de alimento que no represente un aporte nutricional para el bebé”, asegura Ramos.
Antes de los nueve meses se sugiere el consumo de la yema del huevo, mientras que la clara, luego del año de edad. Se puede iniciar con algunos cítricos a los nueve meses y los más alergénicos (parchita, fresa, piña), luego de los 12 meses. La ingesta de frutos secos tampoco se recomienda luego de los dos años, porque pueden causar alergia, además de que su presentación representa riesgo de atragantamiento. La miel de panal está contraindicada porque esta podría estar contaminada con la toxina del botulismo.
No es conveniente ofrecer pescados de aleta azul o pescados grandes de aguas profundas, debido al tiempo que pasan en el mar y su acumulación de mercurio. Antes se puede iniciar con especies pequeñas como merluza y salmón.
¿Leche completa antes del año?
Muchos componentes de la leche completa no son muy bien absorbidos por el bebé, incluso pueden hacer daño. Por ejemplo, un vaso de leche solo puede tener cuatro cucharadas del producto, no más, porque sería muy concentrado. Incluso existe riesgo de deshidratación porque se ve muy concentrado el soluto en el solvente.
“Podría dañar el sistema renal del bebé porque es una proteína de difícil absorción y por eso el cuerpo del bebé muchas veces no la reconoce y hay muchas manifestaciones de alergias, tanto en la piel como gastrointestinales”, finaliza.
Coordenadas:
Lic Patrycia Ramos.
Teléfono: 04241774743
Instagram: ecoLactancia
2020-09-29
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