Alejandra E. Rodríguez R | alejandraerodrí[email protected]
Recorrer las calles de la parroquia La Candelaria sin caerse o tropezarse es difícil, los huecos, la ruptura del concreto, y las alcantarillas sin tapa, hacen que el tránsito por las caminerías sea peligroso.
“Más de uno se ha caído en hueco de alcantarilla, no las ven, vienen hablando y se caen, especialmente las personas mayores se han lastimado bastante porque no están pendientes, no saben que esto es un campo minado de huecos”, aseguró Ernesto Raymond, vigilante de un comercio en la localidad, quien a presenciado un sin finde caidas y tropezones de niños y adultos mayores, que en algunos casos han salido gravemente heridos con los bordes y tapas de metal desgastadas.
Las raíces de los arboles fracturan el concreto, incluso el asfalto, dañando la vialidad que además es afectada por el agua mal canalizada, causando baches y grietas.
Los postes caídos por la corrosión que logran ser retirados dejan su base en la acera, convirtiéndose en un obstáculo más al momento de recorrer las avenidas.
Más impedimentos
La basura y escombros también protagonizan los bordes de las calles, haciendo a las personas caminar por la avenida, para evitar las moscas y el olor que emanan los desechos de los locales y las residencias, la ausencia de contenedores de basura y depósitos son evidentes en la parroquia “la gente ya no compra bolsas porque están muy caras y dejan su basura regada por toda la calle, cosa que nos afecta a todos”, dijo Gabriella Sánchez, docente y residente de la localidad.
“El camión pasa cada dos días, pero aquí no hay donde poner la basura, y es un descontrol, la gente la deja donde sea”, aseguró Antonio Aristiguieta, vecina de la zona quien además manifestó que el transporte público que cubre la ruta de La Candelaria cobra Bs 5 mil aunque no esté decretado, “lo peor es que aumentan el pasaje y el servicio no mejora, es lo mismo, incluso peor, más aumentan y menos autobuses”.
Horarios seguros
La inseguridad es parte del día a día de los residentes y visitantes del sector, que por su resguardo -y el de sus pertenencias- han establecido un horario para no ser víctimas de robos.
“Apenas salgo del trabajo me regreso rapidito a mi casa antes de que se haga de noche, y en la mañana igual, espero a que amanezca para salir, uno no tiene mucho, pero aunque sea poquito lo tengo porque lo cuido”, dijo Amanda González, vendedora domiciliada en el sector.
Además afirmó que al igual que ella muchos de sus vecinos hacen lo mismo, pues al caer la noche los “choros” tienen rienda suelta por las calles y avenidas.
2018-05-19
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