Olgalinda Pimentel | [email protected]
Un grupo de ingenieros venezolano planteó la posibilidad de incorporar pequeñas centrales al sistema eléctrico nacional para generar a corto plazo una dosis adicional de energía, en plena crisis del servicio.
“En Venezuela tenemos un potencial enorme y estas pueden proporcionar beneficios al país”, señalaron los ingenieros Carlos Sgro y José Pérez Godoy, presentadores de la propuesta en el foro “Proyectos Hidroeléctricos en Venezuela y América Latina”.
El proyecto podría ser implantado por el sector privado (si lo permitiese la ley que rige el sector eléctrico) y está ideado para zonas cercanas a ríos, es de fácil instalación (puede hacerse por piezas) y puede aliviar muchas cargas con su pequeño aporte.
“Generan empleos, desarrollos de competencias locales que permiten que operaciones de generación y mantenimiento necesrias puedan hacerse con recursos propios, a diferencias de equipos de mayor dimensión que hace difícil desarrollar estas actividades”, explicaron.
Aunque estas centrales que ya funcionan en Colombia, Perú y Ecuador, son opciones muy locales y de generación o potencia limitada (30MW), son vistas por especialistas como aporte ante el déficit de electricidad que castiga severamente a todo el territorio nacional.
A pesar de que no se conoce data oficial, profesionales y empresas privadas trabajan ya en planes de recuperación, modernización y mantenimiento de las instalaciones. “Venezuela tiene necesidades de aumentar su capacidad de generación a corto plazo pero debe seguir mirando hacia el futuro y seguir trabajando en grandes proyectos”, afirma el ingeniero Sergio Marín, coordinador del foro.
Y no es para menos. El sistema eléctrico nacional no posee suficiente capacidad instalada para cubrir un eventual aumento de la demanda en los próximos años en caso de que los emigrantes regresen y crezca la carga, y apenas está condiciones mínimas para atender a quienes viven en el país..
“La situación de todo el sistema eléctrico nacional es un problema sistémico; de generación, transmisión y distribución; a todo hay que meterle mano e inversión”, afirma el ingeniero Valdemar Andrade.
En materia de generación hidroeléctrica, más de seis grandes obras y proyectos están detenidos como el Uribante Caparo, Tocoma y Tayucay, o funcionan a media capacidad: La central Simón Bolívar, conocida como Guri, que es la más grande y una de las cuatro más importantes de todo el sistema, posee 20 unidades con capacidad de generar 10.000 megavatios, divididas en dos casas de máquinas.
La número 2 está en etapa de repotenciación y de sus 10 unidades varias están fuera de servicio. “El trabajo está paralizado por falta de pago”, afirmó el ingeniero Sgro, durante el foro. Si las autoridades cancelaran hoy estaría lista entre ocho meses y un año, según los cálculos.
El problema está en que si ocurre una falla no hay cómo solventar la situación. Andrade, quien fue jefe en Edelca, agrega que, contrariamente a países de la región, Venezuela carece de suficiente respaldo, es decir, de disponibilidad de generación del 30% adicional que permita sustituir por otra una planta que se paraliza.
“Eso no se ha notado porque la demanda ha bajado sensiblemente con el éxodo de la población, muchas industrias y comercios han cerrado, y la demanda de las empresas de Guayana que eran foco importante de consumo, también bajó, aunque hay que decir que la cifra oficial es un secreto de Estado pues no se ha publicado”.
A las deficiencias, a las que se suman las operaciones de transmisión (líneas de alta tensión)l y de distribución (subestaciones) a la cual se achaca los reiterados apagones, se suma la carencia del sistema termoeléctrico, centradas en la falta de gas.
“Esta prácticamente elimina la posibilidad de efectuar la reactivación del parque térmico nacional haciendo uso de combustibles líquidos destilados”, advirtieron expertos del Grupo Zuloaga en un estudio presentado en noviembre del año 2018.
Señalan que el declive en la producción de petróleo y gas, sumado a la muy baja capacidad de producción nacional de diésel y fuel oíl, así como el elevado costo de importación de estos combustibles y la falta de mecanismos de recobro financiero del costo de la energía eléctrica en el país, “hace inviable en lo económico, el uso continuo de líquidos destilados como combustibles para generación termoeléctrica”.
Sobre la base de que la demanda de 2018 fue de 14 mil MW, la hidroelectricidad fue de 8 mil MW, y la participación de termoelectricidad de 6 mil MW, “indica que el sector eléctrico presentó un déficit en 2018 de 295 MPCD (medida de volumen de gas natural que significa millones de pies cúbicos de consumo por día), el cual fue sustituido por 50 kBD de diesel, que tuvieron que ser importados debido a la declinación de la producción autóctona como consecuencia de la baja operatividad del parque refinador, que se encuentra alrededor de 35 %”. Se calcula que la importación puede alcanzar más de un millardo de dólares.
Las grandes plantas termoeléctricas Planta Centro (Carabobo) y Termozulia, en el occidente, funcionan a menos de media máquina, mientras que Tacoa (Vargas) es prácticamente nula. El déficit operativo de los sistemas hidroeléctricos y termoeléctricos coloca al país en emergencia, y hay que actuar, afirman los especialistas. “Es necesario que se culminen las obras de Tocoma que tiene solo dos unidades operativas, desde que contratistas argentinos abandonaron por falta de pago; y de La Vueltosa, en el Uribante Caparo.
También deben ser recuperadas las grandes plantas termoeléctricas y aumentar la producción de combustible que está asociaciada a estas”, indica el ingeniero Andrade. A la ausencia de un sistema eléctrico fortalecido, se suma la falta de rehabilitación y reconstrucción de presas y embalses distribuidos en el territorio nacional, que alimentan el sistema hidro con turbinas.
Los ingenieros Yuri Medina, profesora de la UCV, y Raúl Cabrita presentaron en el foro un estudio y proponen un plan de rescate de toda la red. Una inspección realizada por el Ministerio de Ambiente y consultores externos en el año 2000, determinó que de 25 presas monitoreadas, cuatro de estas estaban en estado crítico, es decir, requerían acción inmediata; otras cuatro presentaban serios problemas en aliviadero. Fue la última supervisión conocida que se hizo.
“Algunas fueron reparadas y otras no. El estatus en la actualidad es que hay reactualizar toda la información y establecer el estado actual de cada presa y embalse. Los cambios experimentados en el ministerio incidieron en la falta de información, y es necesario conocerla. Es muy probable que estén casi todas en mal estado”, expresó Cabrita.
2019-03-06
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