Ingrid Bravo Balabú
La fuerza del amor mueve el mundo, de eso no hay dudas. Historias insuales, como escritas por el
mejor de los guionistas de telenovela, le dan fuerza a este 14 de febrero, Día de San
Valentín, patrón de las almas gemelas.
Relaciones surgidas en la adolescencia ahora están a flor de piel, con la lucidez y la responsabilidad
de la etapa adulta, pero siempre con los sentimientos y el compañerismo como bandera.
Rupturas, dolor, amores superados y reencuentros marcan la pauta de las historias recopiladas por
2001 Online. Cuando algo ha de pasar, no hay fuerza sobrenatural que la impida.
Carolina Jaimes Branger y Luis Alejandro Aguilar viven “ un amor bellísimo”
Carolina Jaimes Branger era apenas una jovencita de trece años cuando conoció a Luis Alejandro
Aguilar en la casa de su tía Ana Teresa. El apuesto quinceañero, quien parecía salido de un cuento,
tomó la iniciativa y rompió el hielo. Su padre era familiar de Ana Teresa, por lo tanto, existía la
posibilidad de un parentesco lejano, hipótesis que la rubia adolescente descartó de inmediato en
aquel diálogo inicial, mientras era abordada en la piscina de la casa.
“Me preguntó si éramos primos y le respondí que él era familia de mis primos. Descartado el
vínculo, entonces me dijo que podíamos casarnos”, recuerda con ilusión la comunicadora y
locutora de Unión Radio. Un año después, inició un cándido romance que terminó en un lustro de
noviazgo.
“Él se casó un año después de haber terminado, yo cuatro años después. En todos este tiempo, lo
vi pocas veces, pese a que era amiga de su hermana. En 2012 nos reencontramos, yo divorciada y
él separado de su esposa. Conversamos por Blackberry y aclaramos muchas de las dudas que
surgieron para que se terminara nuestra relación”, recordó.
En enero de 2013, se produjo el nuevo flechazo. La llama del amor se encendió. “Luis Alejandro
me invitó a verlo en Estados Unidos y llegué el 20 de enero, la fecha en la cual nos empatamos por
primera vez. Hablamos y lloré muchísmo, pero aquí estamos, juntos, viendo hacia adelante,
compenetrados y felices. Él es inteligente, divertido, bondadoso, un excelente compañero de vida.
Este es un amor bellísimo”, dijo la también ingeniera para terminar con una divertida confidencia:
le tomas las manos como lo hacía en 1976… porque las caricias también tienen memoria.
Arnoldo Arcaya y Raiza tienen sentimientos que traspasan fronteras
Arnoldo Arcaya es un periodista que no llega a 30 años de edad, pero es sagaz, comprometido y
apasionado por la profesión. La crisis que atraviesa el país lo llevó a emigrar y Colombia fue su
opción, sin pensar que en ese país se reencontraría con Rayza, su amor de adolescencia, ahora
convertida en madre producto de una unión anterior.
El idilio surgió en las aulas de la escuela de Estadística de la Universidad Central de Venezuela
(UCV), en septiembre de 2009. Ambos tenían 17 años. Entre libros y ejercicios de cálculo, surgió un
flechazo que se transformó en una relación formal en abril del año siguiente. Una cita al cine para
ver “La isla siniestra”, en el Centro Comercial El Recreo marcó un antes y antes y un después en la
vida de la pareja.
“Duramos dos años de novios sin inconvenientes, luego vino la ruptura momentánea y
regresamos, duramos hasta enero de 2015. Seguimos con nuestras vidas, yo me mudé a Colombia
en 2018. Me separé en diciembre de ese año y meses después la vi en la foto de un amigo.
Retomamos el contacto, decidimos retomar la relación y ella se vino para acá-Cali- por tierra”,
contó.
Puntualizó que el éxito de la convivencia está en la madurez, “tener objetivos claros, comprender
y entender que tu pareja es tu equipo”, enfatizó el comunicador.
Josefina Silva y Juan Sotillo vencieron los prejuicios sociales
Un amor fuerte y que venció los prejuicios sociales tiene como protagonistas a Josefina Silva y a
Juan Sotillo. Con 51 años de casados, el afecto se mantiene intacto.
Se conocieron en 1967 y se casaron el 17 de mayo de 1969, en la catedral María Auxiliadora de
Puerto Ayacucho. Para el momento de la boda, él tenía 22 años y ella 36. Hoy, ella tiene 86 y él 73
años.
Según Sotillo, sus amigos y familiares le decían que no se casaran porque él era “un carajito” y ella
“una vieja”, a lo que él respondía: “¿quién se ve a casar, tú o yo? Mira y aquí estamos, llevamos
medio siglo juntos y seguiremos así hasta que la muerte nos separe”.
Al preguntársele cómo se conocieron, recuerda que él trabaja en la gobernación del estado
Amazonas y su amada pasaba todos los días por la plaza Bolívar cuando se dirigía a su trabajo en el
hospital. “Yo la veía desde la ventana de mi oficina, hasta que un día me decidí a esperar en la
plaza y cuando pasó comencé a caminar detrás de ella y luego de un trayecto me le presenté y de
una vez le dije que me gustaba.
Lo primero me dijo era que debía hablar con su papá si quería
tener algo con ella”. Por su parte, Josefina señala que al principio no le convenía mucho pero luego
de un tiempo al ver que era un hombre bueno, le dio el sí y se casaron”.
Cuentan que para la época no era común que una mujer se casara con un hombre menor, menos,
llegar a los 30 años soltera. “Ya muchos creían que me quedaría para vestir santos, como dicen en
mi pueblo”.
Como todo matrimonio, han tenido sus altas y sus bajas. Han tenido peleas, pero su amor los ha
mantenido unidos. Aconsejan a las parejas jóvenes que están comenzando a transitar por la vida
matrimonial, tenerse respeto y paciencia. “El matrimonio no es un juego”.
Silva recuerda que fue madre por primera vez a los 37 años y luego a los 40, (1970 y 1973), todo
un riesgo en esa época. De hecho, tuvo que dar a luz las dos veces en Caracas porque en Puerto
Ayacucho los médicos decían que era un riesgo.
Y así llegan a su fin relatos que demuestran eso que grita la sabia popular: Lo que es del cura, va
pa´la iglesia.
2020-02-13
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