Jesús M. Gambús
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Como un remedio mediático, YouTube abrió su canal para difundir El Comandante, la historia de Chávez contada en capítulos, que se topó con la contraofensiva oficial condensada en la frase: “Aquí no se habla mal de Chávez”. Igual recurso se activó con la salida abrupta de CNN en Español por decisión de Conatel y permitió el acceso a la programación del canal de Atlanta.
Internet y las plataformas que lo conforman, no sólo han salido a suplir las necesidades del público que no se identifica con la política oficial y evadir, en muchos casos, el cierre de portales que hieren susceptibilidades.
Un simple click rompe la cadena presidencial, el mensaje institucional y hace dueño al internauta del material que desea, sin mayores restricciones que la capacidad del medio con el que establezca la conexión.
La divisa no se divisa. Los costos del hardware y software son sencillamente prohibitivos en un país con recorte de dólares para unos productos, para nada prioritarios.
Las restricciones para asumir una importación directa a falta de divisas, juegan un papel protagónico y son los villanos del juego, al dejar vacíos los estantes de las tiendas especializadas en Caracas.
¿Qué decir, entonces, de otros aditamentos, como el revolucionario tapabocas equipado con micro-ventiladores para simular aire frío y caliente, un humidificador ultrasónico para generar vapor, un par de vibradores para simular impactos de guerra y un micrófono bluetooth para comunicarse en línea? Esas y otras sofisticaciones son simplemente una ficción incompatible con una economía centralizada.
Un mes gratis. La torta digital es tan grande que da para muchos invitados. A las pantallas de celulares, tablets y las PC se incorporó hace unos años la empresa Netflix, con sus contenidos streaming.
Hoy convertida en una de las fuerzas de la naturaleza del negocio, la plataforma es el objeto del deseo de quienes buscan satisfacer su menú de películas y series.
Como gancho, al “un mes gratis” de servicio con opción a suscripción de diferentes planes, el más económico, el básico de 7,99 dólares mensuales, se puede pagar con tarjeta de crédito, una misión imposible tras el cierre del cupo electrónico de Cadivi, a principios de 2015.
A falta de aquellos, una de las vías para contar con la extensa filmografía es tener a un pana dispuesto a recibir bolívares por alguna razón y que pague la membresía “premium” afuera, que permite compartirla entre cuatro dispositivos.
Sin vuelta atrás. Los estudios del mercado venezolano confirman que Internet llegó para quedarse, no importa cuán deficiente sea el ancho de banda.
Un 53% de los venezolanos (16.276.611) utiliza la red, según el informe de 2016 de Tendencias Digitales.
Los mayores usuarios de la web son los grupos de edades entre 18 y 34 años, mientras que se observa una paridad en cuanto al uso de mujeres y hombres.
Otra fotografía de las tendencias establece que se navega principalmente para enviar y recibir correos, consultar y realizar operaciones bancarias, leer noticias, mantener las redes sociales, chatear, enviar fotos, entre otras.
Gamers salvando a la princesa Zelda
Como Súper Marios, los aficionados venezolanos han tenido que agarrar un martillo para ir rompiendo los miles de bloques que los apartan de las novedades de la industria.
Las alcabalas de la crisis no han bajado el deseo de disponer de los flamantes lanzamientos del mercado internacional.
El Nintendo Switch, el híbrido portátil y de sobremesa lanzado este mes, ha burlado el muro cambiario para disfrute de curiosos y adictos.
Los precios de la consola y los juegos son tan chocantes a la realidad que los empresarios que lo han traído aceptan un buen cambalache como parte de la negociación. Basta desempolvar los equipos arrumados en alguna esquina de la casa y para los iniciados está la adquisición pura y simple que se cotiza un poco más de millón y medio de bolívares, sólo la consola con el juego de The Legend of Zelda: Breath of The Wild.
Siempre está el recurso de la venta en la red que ofrece por un precio menor, quizás, el equipo de un jugador que lo trajo de fuera para ganarse un buen dinero.
Para los aventajados en manejos del joystick y demás elementos están los torneos, que contra viento y marea toman lugar eventualmente en centros comerciales ofreciendo desde plataformas PS4, PS3, XboxOne, Xbox 360, Wii y WiiU a momentos retro con Atari, Nintendo, Sega y Game Boy entre otros.