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El arpa celebra el siglo de su fiel enamorado

Sabado, 18 de febrero de 2017 a las 08:00 pm
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Karen Ramírez Sojo

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Aunque ha llegado hoy a los 100 años de vida, el Maestro Juan Vicente Torrealba guarda mucho de la inocencia de los niños en su mirada y en su apetito por los dulces, a modo de premio luego de terminar un plato de comida.

“Le gusta mucho comer chocolate, él es como un niño grande”, explica su nieta Annaé Torrealba, también dedicada a la música. Ella coincide con Mirtha Pantoja de Torrealba, esposa del Maestro, que jocosamente asegura que “ese viejo es muy consentido, por eso es que es tan fastidioso”.

Sin embargo, sus facciones cambian y, de golpe, la experiencia de los años le caen encima cuando dos cosas ocupan su atención: una mujer y la música.

“Es súper enamorado”, comenta Annaé sobre su abuelo, a quien describe además como “un hombre que no pierde la ocasión de echarle un piropo a una dama”, pero su refinado gusto se basa, al igual que con la música, en los detalles.

Con las mujeres, por ejemplo, se fija en las manos y los pies, pero con la música es más agudo, casi incisivo. Este podría ser la clave de su éxito.

Inicios

Juan Vicente Torrealba nació en Caracas, cerca del Nuevo Circo, pero gran parte de su niñez la pasó en “Banco Largo”, Camaguán (estado Guárico), un hato que queda “pasando los Dos Caminos, hacia un terraplén, como a 15 o 17 kilómetros de La Unión”, detalla el cantante de música llanera Cristóbal Jiménez, intérprete de Una casita bella para ti y Vestida de garza blanca.

“Tuvo la oportunidad de aprender con los músicos llaneros vernáculos de la zona, pero fue perfeccionando y refinando el estilo, hasta llevarlo al gran público caraqueño”, cuenta Annaé.

Primero interpretaba el cuatro y la guitarra, cuando dio sus primeros pasos en la música en 1935, instrumentos que cambió por el arpa en 1948.

Ese año, en la emisora Radio Nacional de Venezuela iniciaría la carrera profesional y funda la agrupación musical “Los Torrealberos”, integrado por su hermano Arturo Torrealba en el cuatro, uno de sus hijos, Santana Torrealba León (de siete años), en las maracas y el propio Juan Vicente en la guitarra acústica (primer criollo que amplificó una guitarra en el país).

Éxitos

En 1948, Juan Vicente Torrealba compuso Concierto en la llanura, pieza que lo inmortaliza no solo en la historia musical de Venezuela, sino en la del mundo.

Se trata de un pasaje estilizado que lo ha llevado por varios países del mundo, y cuya ejecución es obligatoria para obtener la licenciatura en arpa en México y Paraguay.

“En Argentina, durante la presidencia de Menem, fuimos recibidos por 11 arpas al bajar del avión. Los arpistas tocaban Concierto en la llanura y cuando el maestro tuvo oportunidad de versionarla, el señor Menem le preguntó cómo sabía tocar una canción propia de su país, a lo que él contestó que no era argentina, sino suya. Pues el presidente se sorprendió al saber que esa melodía de su niñez no era de ese país, sino de mi esposo”, menciona la señora Mirtha, que en el pasado se dedicaba a la pintura, bajo el seudónimo Mirthate, pero ahora está dedicada cien por ciento a las necesidades del maestro. Su avanzada edad no le permite ni caminar, ni ir solo al baño. Debe recibir ayuda para las cotidianidades, “como un niño grande”, diría su nieta, y “consentido”, completaría su señora.

Más allá de esto, es un adulto mayor bastante lúcido.

Exigencia

“Es un hombre recio llanero, como un fiel exponente de nuestra cultura, es un hombre de a caballo, un roble”, lo define Annaé Torrealba.

Cristóbal Jiménez también lo dibuja así, como “un hombre muy riguroso, muy disciplinado y oí que era muy exigente con los intérpretes que tenía”.

Por su agrupación Los Torrealberos pasaron personajes como Magdalena Sánchez, Ángel Custodio Loyola, Mario Suárez, Héctor Cabrera, Rudy Hernández y Rafael Montaño; todos ellos destacados cantantes ampliamente conocidos y formados en su escuela.

Dificultad

A sus 100 años, el maestro Torrealba sigue siendo un gran crítico musical y, de hecho, continúa produciendo.

“Él es prácticamente como un coproductor de mi próximo disco y cada tema que hago, se lo paso… Gracias a su lucidez, está muy consciente de todo lo que hago”, expresa Annaé Torrealba.

Sin embargo, en aquello que lo catapultó a la inmortalidad musical ya dejó de ser diestro. “Hace poco agarró un cuatro y no lo pudo tocar, tiene años sin tocar el arpa y no escucha bien”, confiesa.

2017-02-19