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El cine nacional cumple 117 años

Domingo, 26 de enero de 2014 a las 07:30 pm
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AVN

La primera vez que los venezolanos tuvieron un acercamiento con el cine fue el 28 de enero de 1897, cuando el realizador Luis Manuel Méndez estrenó por primera vez, en el teatro Baralt de Maracaibo, estado Zulia, dos cortometrajes: Muchachas bañándose en la laguna de Maracaibo y Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa, ambas exhibidas con la ayuda de un novedoso aparato llamado "Vitascopio", el cual le permitía a los espectadores disfrutar de una secuencia de imágenes sin largos intervalos de tiempo.

Años más tarde, motivado por una serie de acontecimientos políticos y sociales que Venezuela y otros países latinoamericanos debieron enfrentar tras gobiernos autoritarios y de intereses individualistas, la industria cinematográfica se inclinó hacia otras temáticas, a través de jóvenes que captaban los acontecimientos que se generaban en las calles, en los barrios, en el campo y dentro de los gobiernos, y que años más tarde llevaron todas esas vivencias a la gran pantalla, convirtiendo al cine en un arte para la protesta.

Es así como la historia cinematográfica venezolana, luego del derrocamiento del perezjimenismo en enero de 1958 cobra un nuevo impulso a través de guionistas y directores que le mostraron a los venezolanos y a los caminantes de otros países, hechos propios de nuestra historia, llena de escenarios de violencia, represión y diferencias sociales. A partir de ello, se convirtió el cine en una herramienta para la visibilización, una herramienta para la preservación de la memoria.

Bajo esta propuesta, son muchas las obras cinematográficas que destacan por estar enfocadas en escenarios políticos y sociales de gran conflicto. Algunas de ellas: Soy un delincuente (1976), cinta de Clemente de la Cerda que narra las situaciones en las que un adolescente, José Ramón Brizuela, internado en una cárcel, debe librar para mantenerse a salvo aún cuando es víctima de un Estado cuyas leyes lo condenan por su condición.

El pez que fuma (1977), del destacado cineasta venezolano Román Chalbaud, expone una crítica social recreada dentro de una casa de citas, donde el espectador se encuentra con conflictos de prostitución, abuso de poder, violencia, entre otros aspectos propios de la década. Por último, País Portátil (1979), una adaptación que los realizadores Iván Feo y Antonio Llerandi hicieron de la obra literaria de Adriano González León, y que cuenta la historia de la familia Barazarte.

Piezas cinematográficas de valor y reflexión similar continuaron apareciendo durante las décadas siguientes, aún cuando los tiempos estuvieron marcados por golpes económicos que influyeron negativamente en áreas fundamentales para la estabilidad del pueblo venezolano, tales como educación, salud, alimentación. Esto también tocó a la industria cinematográfica del país.

Sin embargo, con la llegada del comandante Hugo Chávez al poder, en diciembre de 1999, la industria cinematográfica dio inicio a un proceso de fortalecimiento que despertó otras necesidades, la más destacada: devolverle la visibilidad a nuestros líderes antepasados y rescatar nuestra identidad cultural.

 

Lunes 27/01/2014