Gabriella González Álvarez | [email protected]
La pandemia por COVID-19 ha generado un sinfín de retos para la humanidad, en especial para los jóvenes que buscan cada vez más espacios en los que puedan dejar su huella y con ello contribuir a la transformación social mundial.
La “nueva normalidad” trae de vuelta los retos de esta generación de jóvenes ante una sociedad que sin duda no volverá a ser la misma. La reinvención es la nueva alternativa de la que no es posible escapar si se toman en cuenta los acontecimientos ocurridos desde diciembre de 2019 con la emergencia sanitaria por COVID-19.
El mundo se paralizó por la aparición de un nuevo virus que ha cobrado la vida de más de 700 mil personas y poco más de 20 millones de casos que hasta el momento se contabilizan.
Esta situación generó una reestructuración de los paradigmas de la juventud que en los últimos años cambiaron debido a la situación política, económica y social que se vive en la región y que fomenta el empoderamiento de las juventudes en el área social.
El peso de ser jóvenes
Estudiar en la universidad, tener un trabajo formal, casarse y hacer familia son parte de los viejos proyectos de vida de las generaciones anteriores. Actualmente los jóvenes se revelan ante los prototipos de vidas prefabricadas para adentrarse en el mundo del activismo social y político.
Los derechos humanos (DDHH), la sostenibilidad, la democracia y la participación protagónica son las nuevas temáticas que mueven el corazón de los jóvenes, quienes en distintos momentos históricos tuvieron la responsabilidad de alzar sus voces para posicionar las visiones de un mejor país.
“Yo no tengo la culpa de los desastres generados por las políticas de tal gobierno”, es una expresión común entre los jóvenes que hoy, a pesar de no tener responsabilidad de las consecuencias de las decisiones de otros, determinaron hacer algo por su país y se convirtieron en emprendedores sociales que desde su preocupación por el otro desarrollaron iniciativas que pretenden fomentar la transformación social en Venezuela.
Retos de la juventud de hoy
“Mantenerse a flote” parece ser uno de los retos para la actual generación de jóvenes en Venezuela. A juicio de la activista de Derechos Humanos, Jhosgreisy Hernández, es de suma importancia romper paradigmas en medio de una sociedad “tradicionalista” en la que el discurso de que “en Venezuela no hay oportunidades” crece cada día más.
“Los jóvenes de ahora hemos descubierto que ir a la universidad, mudarte, tener una familia, no es la única fórmula de la felicidad”, expresó Hernández para explicar que una persona podría no querer ir a la universidad y en lugar de ello formarse de otra manera si en el sistema de educación superior no encuentra lo que quiere aprender, por ejemplo si quisiera dedicarse al activismo o a la defensa de los Derechos Humanos. “Está bien querer ir tras nuestros sueños de otra manera, puedo querer ir a zonas donde hay altos índices de vulnerabilidad y formarme allí, trabajar con esas personas”, apuntó.
Para la activista las prioridades de esta nueva generación de jóvenes cambiaron, ahora entienden que la realidad es otra y como jóvenes “tenemos que despegarnos de las ideas románticas e idealistas de felicidad y ser los encargados de cambiar todo lo que está sucediendo en el país, no basta con quejarse, y los jóvenes lo están entendiendo y están asumiendo el reto”.
Otro de los retos de la juventud latinoamericana es la “realización efectiva de su derecho a un futuro”. Para Paola Becerra, activista de DDHH en Amnistía Internacional y miembro del Centro de Acción y Defensa por los Derechos Humanos (CADEF), los jóvenes no gozan de las mismas oportunidades que las generaciones anteriores.
“Los desafíos en acceso a la educación, trabajo decente, el acceso a la tecnología, derechos sexuales y reproductivos, siguen estando pendientes. Además se observa con gran preocupación las exiguas políticas públicas de los Estados, orientadas a garantizar esos derechos y prevenir las cifras de violencia, drogadicción y suicidio o depresión en esta población”, afirmó.
Nueva normalidad desalentadora
Durante la pandemia las dinámicas en general se transformaron y los venezolanos pasaron de la confusión a la reinvención. Sin embargo, las circunstancias actuales de precariedad que envuelven la sociedad venezolana hacen cuesta arriba la puesta en práctica de nuevas estrategias para subsistir en todas las áreas de la vida: educación, recreación, economía, trabajo, salud, acceso a los servicios públicos y más.
Katiuska Carmargo, activista del Barrio San Blas de Petare considera que “los jóvenes de sectores populares tienen menos oportunidades hoy de progreso; se suma a la pandemia la carencia de los servicios públicos, lo que hace que nuestros jóvenes, niños y niñas tengan que ocuparse de cosas tan básicas como buscar el agua en lugares en los que tienen que caminar largas distancias y hacer la cola para el gas”, explicó.
En cuanto a la educación, Camargo manifiesta que el poco acceso a internet provocó una graduación “de mentira” para los bachilleres que pronto se incorporarán al sistema de educación superior. “Justo la pandemia llegó en el segundo trimestre escolar, donde la mayoría de estos jóvenes en sectores populares, no tenían acceso a internet”, detalló.
También hizo referencia a las pocas alternativas que se impulsan para hacer más llevadera la cuarentena en las comunidades. Muchos adolescentes y jóvenes en sectores populares no tienen oportunidad de hacer actividades diferentes y adaptadas a la nueva realidad para dispersarse y aprender, con excepción de los sectores que hoy son atendidos por organizaciones de jóvenes de la sociedad civil, que idearon formas de abordar a estas poblaciones en áreas de salud mental, recreación, derechos humanos y atención psicosocial.
Constructores de nuevas oportunidades
En medio de muchas carencias y problemas por resolver, los jóvenes de la generación del siglo XXI se enfocan en la transformación social, muchos de ellos decidieron emprender en el área social y salir de la queja para empezar a realizar sus aportes por la construcción de un país mejor.
Si las oportunidades no vienen a los jóvenes, los jóvenes saldrán a crearlas; de esto se trata el nuevo espíritu que mueve a las juventudes de la región. Todos los días nacen nuevos proyectos para atender problemáticas en los diferentes países del mundo. Cada día los jóvenes adquieren más empoderamiento y se hacen cargo de cambiar las realidades de muchas comunidades en situación de vulnerabilidad y riesgo, al poner su ingenio y creatividad al servicio de los menos favorecidos, lo que ha impulsado el crecimiento de las organizaciones sociales dirigidas por jóvenes.
En el sector San Blas de Petare, Katiuska Camargo, creadora de la iniciativa “Uniendo Voluntades”, ha impulsado a grandes y pequeños a transformar su comunidad y a crear conciencia en torno al poder de las comunidades para cambiar sus realidades. Ella logró formar a jóvenes de la comunidad en materia de activismo y ciudadanía, haciendo que los participantes embellecieran su sector utilizando “El Poder de la Escoba” en respuesta al problema de la basura, y juntos pintaron murales con mensajes que promueven principios y valores que han logrado inspirar a la comunidad al cambio.
“Desde los jóvenes de mi comunidad, la formación de talentos es sumamente importante. Yo creo que si todos tienen la oportunidad de formar sus talentos, de reforzarlos, de descubrirlos, la dinámica social va a mejorar el entorno”, expresó Carmargo.
Una de las respuestas positivas generadas en la comunidad es la disminución de la violencia y de las acciones delictivas por parte de bandas organizadas del sector, esto producto de que “jóvenes inspiran a otros jóvenes que cargaban un arma a que ese no es el camino, que pueden hacer otras cosas”.
Para Paola Becerra, activista en DDHH, es momento de “apostar por explorar nuevas habilidades en campos no explorados, desarrollar nuevas estrategias de comunicación, emprender, idear formas creativas para trabajar, promover la cultura, formarnos y aprovechar el tiempo para crecer personal y profesionalmente. Como juventud estamos llamados a un pensamiento constructivo sobre una sociedad post COVID-19”, enfatizó.
Aunque no lo parezca los "tiempo mejores" llegaron, si hay más personas preocupadas por el binestar social de sus semejantes sin duda en los años venideros Venezuela se convertirá en el país de los sueños de la juventud que hoy trabaja con resiliencia, pasión y liderazgo de servicio.
2020-08-13
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