Nayzai Saavedra | [email protected]
Hay quienes consideran que la sociedad venezolana está en decadencia; aseguran que las crisis social, económica y política del país está influyendo profundamente en los ciudadanos, impulsándolos a una espiral negativa de acción reacción.
Al parecer, esta percepción no está del todo equivocada según la opinión del sociólogo Amalio Belmonte, quien concordó en que la profunda crisis y la severa desconfianza hacia las instituciones públicas están llevando a un resquebrajamiento de lo que son las formas de convivencia y de consenso, de la estructura social venezolana y los valores.
Al fondo. "Hace algún tiempo alguien dijo: ‘las piscinas tienen fondo, los países no’. Eso sonaba muy duro porque ciertamente que las cosas tengan fondo indica que pueden recuperarse y emerger, pero nunca se podría decir que jamás podría estar peor", analizó Belmonte agregando que son las propias sociedades las que tienen el poder de salir del bache en el que se encuentran; de decidir un fondo.
La necesidad, el continuo estrés de tener que madrugar, peregrinar, hacer colas y sufrir para pagar -con poca capacidad- por alimentos y medicinas provoca que la tolerancia se vea mermada y amenazada.
Justicia
Belmonte, quien además es investigador y Magíster Scientarum en Ciencias Políticas, indicó que actualmente se está viviendo en una sociedad descompuesta, y que un indicador importante de esta situación son los linchamientos.
Destacó que el hecho de que las personas traten de tomar la justicia por sus manos, que hagan un juicio sin mediar, y castiguen de forma individual o colectiva, no es algo propio del comportamiento del venezolano, así como tampoco lo son los altos niveles de violencia en las colas de alimentos.
Allí es dónde resalta la desconfianza en el soporte institucional, lo que es muy grave ya que deja al individuo con dos opciones. Una es la indiferencia y la otra es la acción. "Como no hay quien me represente y no existe ninguna intermediación, entre lo que me ocurre y el Estado, yo asumo mi propia defensa", explicó el sociólogo e investigador Belmonte.
Salvajismo
La respuesta de estos comportamientos hablan de un gran retroceso ya que uno de los logros más importantes del mundo moderno -después de la Revolución Francesa- es el enjuiciamiento a través de las instituciones.
Belmonte destacó que debido a este patrón ocurren cosas lamentables como que ciudadanos comunes y corrientes, que no manifestaban un sentimiento de violencia hacia nadie, participen o sean autores de ellos.
"En cada uno de nosotros mora un salvaje y emerge cuando las circunstancias lo determinan. Está ocurriendo que el salvaje, que no hemos terminado de dominar, que mantenemos a raya todos los días, está emergiendo por muchas razones", lamentó.
Cuenta atrás
El sociólogo explicó que si bien es cierto que la gente se acostumbra a las colas, a las carencias, a renunciar a cosas, y a hacer concesiones, eso sucede hasta el día en que los ciudadanos se levantan contra eso.
"Los pueblos son cobardes hasta la víspera de la rebelión", dijo, citando a Miguel Otero Silva en su obra Fiebre.
El sociólogo alertó que a pesar de que la pasividad se ha transformado en parte de lo cotidiano, puede ser que el descontento se esté acumulando como un factor latente. "El día en que aquí se pueda generar un estallido no va a ser por una cosa puntual, va a generarse por toda esta acumulación".
Indicó que la indiferencia y la tolerancia no son permanentes, no hay que tenerles mucha confianza porque ninguna sociedad se suicida o renuncia a defenderse; lo que pasa es que lo pospone. "Y en Venezuela hay un diferimiento del estallido; pero las condiciones están dadas", advirtió.
2016-04-29
Nayzai Saavedra | [email protected]
Hay quienes consideran que la sociedad venezolana está en decadencia; aseguran que las crisis social, económica y política del país está influyendo profundamente en los ciudadanos, impulsándolos a una espiral negativa de acción reacción.
Al parecer, esta percepción no está del todo equivocada según la opinión del sociólogo Amalio Belmonte, quien concordó en que la profunda crisis y la severa desconfianza hacia las instituciones públicas están llevando a un resquebrajamiento de lo que son las formas de convivencia y de consenso, de la estructura social venezolana y los valores.
Al fondo. "Hace algún tiempo alguien dijo: ‘las piscinas tienen fondo, los países no’. Eso sonaba muy duro porque ciertamente que las cosas tengan fondo indica que pueden recuperarse y emerger, pero nunca se podría decir que jamás podría estar peor", analizó Belmonte agregando que son las propias sociedades las que tienen el poder de salir del bache en el que se encuentran; de decidir un fondo.
La necesidad, el continuo estrés de tener que madrugar, peregrinar, hacer colas y sufrir para pagar -con poca capacidad- por alimentos y medicinas provoca que la tolerancia se vea mermada y amenazada.
Justicia. Belmonte, quien además es investigador y Magíster Scientarum en Ciencias Políticas, indicó que actualmente se está viviendo en una sociedad descompuesta, y que un indicador importante de esta situación son los linchamientos.
Destacó que el hecho de que las personas traten de tomar la justicia por sus manos, que hagan un juicio sin mediar, y castiguen de forma individual o colectiva, no es algo propio del comportamiento del venezolano, así como tampoco lo son los altos niveles de violencia en las colas de alimentos.
Allí es dónde resalta la desconfianza en el soporte institucional, lo que es muy grave ya que deja al individuo con dos opciones. Una es la indiferencia y la otra es la acción. “Como no hay quien me represente y no existe ninguna intermediación, entre lo que me ocurre y el Estado, yo asumo mi propia defensa”, explicó el sociólogo e investigador Belmonte.
Salvajismo
La respuesta de estos comportamientos hablan de un gran retroceso ya que uno de los logros más importantes del mundo moderno -después de la Revolución Francesa- es el enjuiciamiento a través de las instituciones.
Belmonte destacó que debido a este patrón ocurren cosas lamentables como que ciudadanos comunes y corrientes, que no manifestaban un sentimiento de violencia hacia nadie, participen o sean autores de ellos.
“En cada uno de nosotros mora un salvaje y emerge cuando las circunstancias lo determinan. Está ocurriendo que el salvaje, que no hemos terminado de dominar, que mantenemos a raya todos los días, está emergiendo por muchas razones”, lamentó.
Cuenta atrás
El sociólogo explicó que si bien es cierto que la gente se acostumbra a las colas, a las carencias, a renunciar a cosas, y a hacer concesiones, eso sucede hasta el día en que los ciudadanos se levantan contra eso.
“Los pueblos son cobardes hasta la víspera de la rebelión”, dijo, citando a Miguel Otero Silva en su obra Fiebre.
El sociólogo alertó que a pesar de que la pasividad se ha transformado en parte de lo cotidiano, puede ser que el descontento se esté acumulando como un factor latente. “El día en que aquí se pueda generar un estallido no va a ser por una cosa puntual, va a generarse por toda esta acumulación”.
Indicó que la indiferencia y la tolerancia no son permanentes, no hay que tenerles mucha confianza porque ninguna sociedad se suicida o renuncia a defenderse; lo que pasa es que lo pospone. “Y en Venezuela hay un diferimiento del estallido; pero las condiciones están dadas”, advirtió.
2016-04-29