Zairet González Ramírez | @ZaiLez
La devoción en Venezuela hacia la Divina Pastora no está registrada desde su origen, pero la tradición cuenta que cerca de 1706 (año cercano a su aparición por primera vez en Sevilla, España en 1703 al Fraile Capuchino Fray Isidora) se le conocía ya en Caracas.
Para el año 1736, el párroco de Santa Rosa, ubicada en el centro de Barquisimeto, encargó a un famoso escultor que le hiciera una estatua de la Inmaculada Concepción. No obstante, por una extraña equivocación, en lugar de la Inmaculada, llegó al pueblo la imagen de la Divina Pastora.
De inmediato el párroco quiso devolverla, pero por mucho que lo intentaron, no pudieron levantar el cajón donde habían colocado la imagen. A partir de este momento la población interpretó este raro acontecimiento como señal de que la Divina Pastora quería quedarse entre ellos.
Posteriormente, durante los sucesos del terremoto de 1812, el templo donde se veneraba la Divina Pastora fue destruido, pero su imagen quedó milagrosamente intacta, lo que reforzó la creencia de los fieles de Santa Rosa de que la Virgen quería quedarse siempre entre ellos y protegerlos.
Corría el año de 1858 cuando una terrible epidemia de Cólera azotaba a la ciudad de Barquisimeto, este hecho consolidaría la devoción a la Divina Pastora; ante lo inútil que resultaba cualquier medicina el padre Macario Yépez, párroco de Santa Rosa, convocó a una procesión por las calles de Barquisimeto para implorar misericordia a la Divina Pastora.
En la procesión prometió, después de un heroico acto de entrega en el que pidió ser el último de los pobladores en morir de cólera, que Barquisimeto la honraría por siempre ese día. Era el 14 de enero.
Entre las más grandes
Solo las procesiones realizadas en honor de la Virgen de Guadalupe (México) y Fátima (Portugal) superan en número la movilización; lo que la convierte en la segunda de Latinoamérica y la tercera procesión mariana del mundo.
El paseo solemne, entre cantos y música, congrega multitudes que cada año son mayores, para este 2017 se esperan cerca de tres millones de feligreses entre residentes del estado Lara y visitantes de todas las regiones del país así como del resto del mundo en un recorrido abarca una distancia de 7,5 kilómetros.
La imagen rodeada de flores es colocada en una de las naves laterales de la iglesia después de haber sido bajada del nicho central del altar mayor donde regularmente recibe a los devotos, cerca de la gente. La Virgen reposa en un trono bajo palio que luego servirá para transportarla durante la procesión.
El ambiente históricamente se ha caracterizado por ser amable y cordial. A última hora de la tarde del día anterior a la procesión la gente no cabe en la iglesia. Se dan serenatas en la entrada lateral, grupos musicales de diversas índoles entonan música popular y folklórica, también bailan el “Tamunangue”, danza típica folklórica larense. Al interior de la iglesia se rezan rosarios.
El recorrido
Sale de Santa Rosa y por la cuesta se enrumba hacía la avenida Lara de Barquisimeto; la primera parada de la Virgen es ante la Cruz Salvadora, en la plaza Macario Yépez. De allí, la procesión sigue por la avenida Morán hasta llegar a la avenida Venezuela, la más ancha de la ciudad, con seis canales de circulación central, dos de circulación lateral y amplias aceras que sin embargo no son suficientes para contener la multitud. Al entrar a la avenida Venezuela los grupos de cánticos religiosos, folklóricos y de tambores la siguen. Fuegos artificiales y los cohetes son la señal del arribo de la virgen a la Catedral de Barquisimeto, donde la procesión termina, sin embargo los días siguientes y cerca de casi tres meses, la Virgen visita las diferentes parroquias de la ciudad, en pequeñas procesiones de una iglesia a otra.
El regreso de la imagen a su iglesia en Santa Rosa tiene lugar el sábado que antecede al Domingo de Ramos. Sale del templo de Nuestra Señora de la Consolación de Santa Elena, que es la última parada.
Manos sagradas y desconocidas
La única prueba relacionada con el origen de la imagen, pues no existe documento alguno sobre la compra, es un inventario conservado en el archivo arquidiocesano de Caracas donde quedó constancia de una visita pastoral hecha por el padre Carlos Herrera a la parroquia Santa Rosa el 11 de septiembre de 1746.
Por esta ausencia de evidencia material no ha sido posible conocer dónde ni quién moldeó la imagen. En el libro La Divina Pastora. Historia de una devoción, de la autoría de María Matilde Suárez y Carmen Bethencourt, se sugiere que fueron los capuchinos y que la encargaron a tallistas en Sevilla, España, entre 1715 y 1724, porque en esos años el apostolado de la Virgen se encontraba en plena expansión.
Con información de: VenezuelaTuya.com / Diario El Impulso / Ensayo y Error: revista de Cultura Popular y Folklor de la Universidad Simón Rodríguez, Núcleo Barquisimeto.
2017-01-13