Zairet González Ramírez | @ZaiLez
Los trastornos alimenticios son enfermedades que tienen mucho que ver con la imagen y percepción de uno mismo y en esta fecha se busca en el mundo crear conciencia sobre esta problemática y cómo tratarla para ayudar a quienes la padecen.
El origen de estos trastornos del comportamiento alimenticio está ligado con la vida personal, la familia, acontecimientos vitales e infinidades de presiones socioculturales.
¿Qué son?
Son caracterizados por componerse de periodos de hábitos incontrolables e impulsivos de la ingesta alimentaria, experimentados generalmente por la búsqueda de satisfacer agentes externos que no tienen relación alguna con la nutrición de la persona.
De esa forma quien lo padece puede pasar de la ingesta ausente o excesiva de alimentos, hasta periodos largos, todos relacionados con el consumo que traspasa los límites razonables de una alimentación normal.
También pueden estar asociados a otros trastornos mentales como obsesión, depresión, angustia u otros. Sin embargo, no se puede generalizar ya que los grados pueden ser desde leve a grave, por lo que podrían incluirse uno o más trastornos asociados.
Los más comunes
Los trastornos alimentarios son muy complejos, pero de acuerdo al Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM IV) la anorexia nerviosa y la bulimia son los desórdenes más comunes.
Sobre la anorexia nerviosa se establece que es una restricción de la ingesta alimentaria, lo que da lugar a una considerable pérdida de peso que se mantiene por debajo del mínimo esperable para la edad, sexo o el desarrollo evolutivo de cada paciente, hasta llegar en ocasiones a un estado de grave desnutrición y se acompaña frecuentemente de conductas encaminadas a perder peso: autoprovocación del vómito, uso o abuso de laxantes y diuréticos o la práctica de ejercicio físico intenso.
Por su parte la bulimia nerviosa consiste en la sobreingesta compulsiva de alimentos, los llamados “atracones”, seguidos de conductas compensatorias, ya sean eliminatorias, o purgativas. En esta enfermedad se une el miedo a engordar con la sensación de pérdida de control en la ingesta. La obsesión por la imagen provoca cambios de humor, depresión, desmotivación y baja autoestima.
Hay dos aspectos que diferencian la sobreingesta compulsiva del mero comer mucho: la gran cantidad de alimentos ingeridos y, especialmente, la sensación de pérdida de control. Estas circunstancias pueden dar lugar a grandes fluctuaciones en el peso y a una obesidad reactiva, sobre todo en personas con una predisposición a la obesidad. También es frecuente que estas personas hayan hecho repetidos intentos de hacer dieta para perder peso.
Algunas de las más importantes complicaciones de quienes padecen este trastorno, están precisamente ligadas al aumento de peso y el aislamiento, y la influencia que éstos tienen sobre la autoestima, las relaciones interpersonales, la seguridad o confianza en sí mismo, y el impacto en áreas diversas como el trabajo, los estudios, etc.
Algunos factores de origen
No existe un solo factor que origine desórdenes alimenticios. Por el contrario existen múltiples causas que desencadenan conductas previas asociadas a los desórdenes alimenticios. Sin embargo, estos trastornos podrían estar relacionados en gran parte por factores psicológicos no necesariamente asociados directamente a la bulimia o anorexia, de los que la depresión puede ser un detonante, por referencias distorsionadas de la imagen corporal y de la autoestima, así como trastornos de ansiedad.
2016-11-30