Mercedes Saavedra
¡Es en serio! A través de diversos ejercicios se puede mejorar la salud sexual femenina, lo cual se traducirá no solo en más placer al momento del coito, sino mayor control de las funciones y fortalecimiento de la zona.
La anatomía femenina está compuesta por un conjunto de órganos y músculos, encargados de varias funciones, de lo sexual a lo fisiológico. Desde el punto de vista externo, se denomina vulva al órgano femenino, que a su vez está conformado por: el monte de Venus, los labios mayores y menores, el clítoris, los bulbos del vestíbulo y las glándulas de Bartolino; mientras que, desde el punto de vista interno, situados en el interior de la pelvis menor, están: la vagina, el útero (matriz) y el cuello uterino, las trompas de Falopio y los ovarios.
Con una estructura de unos 8 a 10 cm de longitud y de 2 a 3 cm de anchura, en forma tubular o de conducto, la vagina se compone de fibra muscular elástica, la cual está expuesta a desgastarse o perder tonicidad con el paso de los años o múltiples embarazos, al ser su función la de conectar los órganos sexuales externos con el útero (matriz) y ser además el segmento final del canal del parto, así como servir de conducto para que la sangre fluya durante la menstruación, evitar que entren infecciones al resto de los órganos sexuales, y ser el sitio en el que los espermatozoides se concentran para poder llegar al útero.
Como todos los músculos y tejidos, la vagina no está exenta a sufrir “desgaste” en su tonicidad. De acuerdo a la sexóloga y educadora venezolana Michela Guarente, algunas de las causas asociadas a ello son: envejecimiento, embarazos, sobrepeso, estreñimiento, cargar peso constantemente y practicar deportes de alto impacto. Sin embargo, con ejercicio recurrente puede recuperarse la tonicidad.
En ese sentido, la especialista refiere que existen una serie de ejercicios para mejorar la salud sexual femenina, específicamente para rehabilitar la zona del piso pélvico. Allí se encuentran un conjunto de músculos que están en la zona baja de la pelvis (por eso el nombre), los cuales son los encargados de soportar la presión del abdomen en contra de la fuerza de gravedad. Estos músculos son la base de la plataforma orgásmica y, por otra parte, tienen la función de controlar la continencia de orina, gases y heces. Cuando esta musculatura está débil, se puede detectar por la aparición de incontinencia urinaria, deslizamiento de los órganos fuera del piso pélvico y disfunciones sexuales. A propósito de conmemorarse el 8 de agosto el Día Internacional del Orgasmo femenino, te contamos todo sobre esta interesante técnica.
¿Qué hacer y cómo afrontarlo?
Los ejercicios de Kegel, o ejercicios de contracción del músculo pubocoxígeo, son ideales para fortalecer los músculos de la zona. De igual forma, están recomendados para evitar la incontinencia o facilitar el parto. Desde el punto de vista sexual, son los indicados a practicar para mejorar el desempeño y conseguir mayor placer sexual. “Realizados correctamente, contraen y relajan el músculo para incrementar fuerza y resistencia de toda la zona pélvica”, así lo refiere la sexóloga y educadora, quien complementa lo dicho indicando que son ejercicios de baja complejidad y deben hacerse de forma progresiva.
Cuando se expulse el chorro de orina, debe interrumpirlo y controlarlo con una pausa a voluntad. Lo ideal es realizarlo una vez a la semana. Otra forma de rehabilitar el piso pélvico es introducir un dedo en la vagina y contraer, mantener la presión durante 1 o 2 segundos y, posteriormente, relajar. La mujer podrá sentir por sí misma la fuerza que realiza. “Descansar unos 10 segundos y repetir 5 o 10 veces, de forma progresiva, pero sin volverse obsesivo”, indica Guarente, quien además asevera que esta rutina debe practicarse de forma gradual, es decir, aumentando poco a poco la intensidad; y al hacerlos con frecuencia, los cambios se harán notar, en especial al momento de las relaciones sexuales, con el incremento en la sensibilidad.
Otra alternativa recomendada es el uso de bolas chinas o pesas especiales, las cuales se introducen en la vagina, controlando el peso, presionando y relajando, descansando un período de tiempo y luego, repitiendo. Estas bolas o pesas tienen diferentes tamaños y pesos, razón por la cual, cuando se sienta que ya se dominó un peso, se puede aumentar con otra esfera.
Importantes beneficios
Entre los efectos positivos para la mujer, al realizar este tipo de entrenamiento, se producirá mayor capacidad sensorial en sus orgasmos y mayor placer sexual, disminuyendo el dolor y evitando, con la práctica habitual, el surgimiento de prolapsos genitales, es decir la salida al exterior de órganos pélvicos. Si se hacen durante el embarazo, pueden ayudar a soportar con mayor eficiencia el peso del niño y, luego de su nacimiento, la recuperación postparto será más rápida y evitará o controlará la incontinencia.
Toma nota
Un error frecuente al hacer estos ejercicios es que al principio, cuando no se conocen bien los movimientos a realizar o la zona que trabajar, se puede hacerse presión de forma errónea en los glúteos y piernas, lo que lleva a que se ejerza más presión en los músculos que controlan la vejiga. Asimismo, la sexóloga Michela Guarente indica que tampoco es necesario aguantar la respiración al llevar a cabo estas rutinas.
Habla el experto
Michela Guarente, sexóloga, orientadora y educadora, asegura que “cuando el suelo pélvico se encuentra debilitado, muchas mujeres alteran su rutina y ello interfiere en su calidad de vida. Muchas, por desconocimiento o pena, ni siquiera acuden a la consulta médica. Dejan de asistir a lugares y evitan socializar por temor a la incontinencia urinaria. En la intimidad, podría naturalizarse la pérdida de sensibilidad, el malestar o dolores durante las relaciones sexuales con penetración, cuando la finalidad de la sexualidad es la sensación de bienestar con la misma persona y con la pareja, si se tiene. Por ello la información y la educación son vitales para generar cambios”.
30-06-2015