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Cuando las protestas contra un cambio al sistema de seguridad social de Nicaragua se tornaron violentas el mes pasado, el blanco favorito de algunos de los manifestantes más destructivos fueron los llamados “árboles de la vida” que decoran algunas de las principales avenidas de Managua.
Los enormes árboles de acero de diversos colores brillantes son iluminados en la noche con miles de foquitos. Fueron colocados por iniciativa de la primera dama y actual vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo. Algunos habitantes los llaman “Chayo palos”.
Había más de 130 en Managua antes de que al menos ocho fueran derribados en las protestas. Otros fueron quemados o pintados con consignas antigubernamentales.
En la rotonda Jean Paul Genie, un árbol de la vida fue derribado y sustituido posteriormente por un monumento conmemorativo a las docenas de víctimas de la represión gubernamental hacia los manifestantes. Éstos colocaron flores y velas en los restos de la base mellada de la escultura y plantaron árboles reales y arbustos en la tierra compactada a su alrededor.
El periódico local La Prensa investigó el tema de los árboles de la vida en 2015 y reportó que cada uno costó 25.000 dólares. Indicó que tan sólo ese año el costo de iluminarlos fue de más de un millón de dólares, aunque algunas versiones recientes señalan que presuntamente consumen menos electricidad.
2018-05-15