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El genio que resuelve problemas matemáticos en la playa

Jueves, 14 de agosto de 2014 a las 07:30 pm
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BBC

Fuera de las matemáticas, hay cosas que le asustan: como llenar formularios burocráticos, algo a lo que tiene verdadera fobia.

Pero Artur Ávila, el primer latinoamericano en ganar la Medalla Fields, el premio más importante de matemáticas del mundo, disfruta cuando puede concentrarse y pensar soluciones mientras camina por la playa de Río de Janeiro.

La distinción, considerada el "Nobel de matemática", es en verdad más difícil de merecer que el premio de la Academia de las Ciencias Sueca: sólo se otorga cada cuatro años y a menores de 40 años.

"La Medalla Fields es difícil", dijo Ávila en conversación con la BBC.

"Para tener una idea, Alemania tiene una sola. Es decir, no hay 10 o 20 medallas Fields por país".

Por eso, lo logrado por este joven brasileño es todo un hito para la ciencia en la región y tiene el potencial de inspirar a una nueva generación de genios matemáticos.

Ciencia creativa


En una entrevista con el periodista Eric Cámara de BBC Brasil, Ávila dijo que sólo se dio cuenta del atractivo de la ciencia que hoy lo premia cuando compitió por primera vez, de adolescente, en una edición de la Olimpíada Brasileña de Matemática (OBM)

Esto le abrió la puerta a una carrera vertiginosa, que le llevó a completar un doctorado en el Instituto Nacional de Matemática Pura y Aplicada – IMPA, con sede en Río de Janeiro- a los 21 años.

"En la actividad real, hacer matemáticas es algo extremadamente creativo", le dijo Ávila a la BBC.

Sin embargo, según Ávila, esta materia suele presentarse de forma poco interesante en la escuela, algo que puede alejar a los niños con talento de la carrera científica.

"Había otras cosas que me interesaban, incluso dentro de la ciencia. Sólo cuando me di cuenta que había tanta creatividad en las matemáticas tomé esta dirección", contó desde Seúl, Corea del Sur, donde participa del Congreso Internacional de Matemáticas (CIM), el evento que otorga el prestigioso premio.

Y el camino elegido le ha dado frutos: ganó varios premios internacionales, incluyendo una medalla de oro en la OBM y distinciones de las sociedades europea y brasileña de matemática.

La medalla que acaba de recibir reconoce su trabajo en el área de sistemas dinámicos, que busca prever la evolución en el tiempo de fenómenos naturales y humanos en diferentes ámbitos.

Matemática brasileña


El premio de Ávila es prueba, también, del empuje científico que comienza a despuntar en la región, particularmente en Brasil.

En 2017, el país será sede de la Olimpiada Internacional de Matemática por primera vez, y el año siguiente, se celebrará en Río el próximo CIM.

Sin embargo, Ávila cree que aun hay mucho trabajo por hacer.

"A pesar de que Brasil ya hace matemáticas en un nivel alto, todavía hay mucho por hacer para ampliar las áreas de actuación y también para llevar la producción matemática a otras zonas del país."

Y si se trata de convencer a los jóvenes talentos para que sigan sus pasos, el premiado matemático tiene varios argumentos, además de la satisfacción de hacer lo que le gusta.

Según él, las matemáticas aseguran mucha libertad y ofrecen una carrera poco jerárquica.

"No hay que tratar con un jefe, tú decides en lo que vas a trabajar y cómo obtener resultados. Puedes ajustar la forma de trabajo a tus propias características", le contó Ávila a la BBC.

Reflexión en la playa

Ávila pasa la mitad del año en Río de Janeiro y la otra en París, trabajando en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia.

Cuando está en Brasil, a veces invita a colaboradores y les propone lo que algunos describen como una experiencia de trabajo poco convencional, según reporta la revista especializada Quanta, de la Fundación Simons.

Y es que a Ávila le gusta meditar sobre su trabajo y las complejas cuestiones abstractas que lo ocupan mientras camina por la playa que queda a sólo una cuadra de su casa.

Y a veces, incluso, parado dentro del agua, tal como cuentan algunos de los científicos que han trabajado con él, como Amie Wilkinson, de la Universidad de Chicago, EE.UU.

Ella lo tiene claro: "Si trabajas con Artur, tienes que ponerte un traje de baño".