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Hace miles de años, una adolescente cayó en una caverna profunda en México y murió. Ahora, su esqueleto y su ADN están ayudando a científicos a estudiar los orígenes de los primeros americanos.
Su investigación refuerza la idea de que los primeros pobladores llegaron de Asia a través de un puente terrestre que ya desapareció, según un análisis publicado por la revista Science.
El esqueleto casi completo de la muchacha fue descubierto por casualidad en 2007 por buzos expertos que estaban cartografiando cuevas subterráneas al norte de Tulum, en la parte oriental de la Península de Yucatán. Un día, se toparon con una enorme cámara subterránea profunda.
"En el momento en que ingresamos supimos que era un lugar increíble", dijo a reporteros Alberto Nava, uno de los buzos. "El piso desapareció ante nosotros y no podíamos ver al otro lado". Ellos lo llamaron Hoyo Negro.
Meses después, regresaron y lograron llegar al fondo de la cámara de 30,5 metros (100 pies) de profundidad, la cual contenía huesos de animales. Fue entonces que se encontraron con el esqueleto de la muchacha en una saliente, cabeza abajo, "con dentadura perfecta y las cuencas de los ojos observándonos", narró Nava.
Los buzos nombraron al esqueleto Naia, por una ninfa acuática de la mitología griega, y a éstos se unió un equipo de científicos para investigar el descubrimiento.
La chica tenía 15 o 16 años cuando murió en una cueva, que entonces estaba seca, señalaron investigadores. Ella pudo haber estado buscando agua cuando cayó en la cámara hace aproximadamente 12.000 o 13.000 años, dijo el líder del estudio James Chatters, de Applied Paleoscience, una empresa de consultoría en Bothell, Washington. Su pelvis estaba fracturada, lo que sugiere que sufrió una caída desde gran altura, indicó el especialista.
"Es el resto humano más antiguo que se conozca en América", aseguró la directora del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, María Teresa Franco, al dar a conocer en la capital mexicana los resultados publicados el jueves.
Presente en la ciudad de México, el buzo Nava dijo que Naia "probablemente iba a buscar agua" cuando cayó.
Los estudiosos señalan que en la época en que murió era una zona seca y que al paso de miles de años el nivel del mar se elevó y cubrió toda la zona.
El análisis de sus restos, reportado por científicos de Estados Unidos, Canadá, México y Dinamarca, aborda un enigma sobre el asentamiento en el Continente Americano.
La mayoría de los científicos dicen que los primeros americanos provienen de ancestros siberianos que vivían en un antiguo puente terrestre, ahora sumergido, que conectaba Asia con Alaska a través del Estrecho de Bering. Se piensa que entraron a América hace alrededor de 17.000 años desde aquella masa terrestre, llamada Beringia. Y evidencia genética indica que los pobladores originales actuales del continente americano están relacionados con esos pioneros.
Pero los esqueletos más antiguos de América —incluido el de Naia— tienen cráneos muy diferentes a los de los pueblos nativos actuales. Para algunos investigadores, eso sugiere que los primeros americanos provinieron de un lugar diferente.
Naia proporciona un vínculo crucial. ADN recuperado de un molar contiene un marcador distintivo encontrado en pueblos nativos actuales, especialmente de Chile y Argentina. Se piensa que la firma genética surgió entre gente que vivía en Beringia, dijeron investigadores.
Eso sugiere que tanto los primeros americanos como las poblaciones nativas contemporáneas vienen de las mismas raíces ancestrales en Beringia, no de diferentes lugares, sacaron en conclusión los investigadores. Las diferencias anatómicas al parecer reflejan una evolución con el tiempo ocurrida en Beringia o América, señalaron.
El descubrimiento no descarta la idea de que algunos pobladores antiguos vinieron de otro lado, indicó Deborah Bolnick, una autora del estudio que trabaja en la Universidad de Texas campus Austin.
Jueves 15/5/2014