La noche del domingo 9 de noviembre de 2025 será recordada en la Ribera como una cátedra de cómo se juega un Superclásico. En un duelo cargado de furia y barro, Boca Juniors silenció cualquier crítica y se llevó una victoria categórica de 2-0 ante un River Plate que se vio desarmado y sin alma en el campo. El triunfo fue más que una suma de tres puntos; fue una demostración de carácter, inteligencia táctica y contundencia clínica.
El castigo de dos goles psicológicos
El Superclásico se definió por la efectividad implacable del Xeneize, que golpeó a River en los momentos de mayor vulnerabilidad:
El marcador se rompió en el último suspiro del primer tiempo, cuando el partido parecía destinado al 0-0. El 1-0 llegó gracias a Exequiel Zeballos. El "gol psicológico" reflejó una falla táctica de River en la salida, y una genialidad de Zeballos en el uno contra uno que definió con temple.
El golpe de gracia llegó sin esperar en el inicio del complemento con el 2-0 de Miguel Merentiel. Zeballos volvió a ser indetenible, destrozando la línea defensiva de River con una carrera supersónica en el desmarque y sirviendo un pase perfecto para que Merentiel ("La Bestia") solo tuviera que empujar el balón a la red.
La defensa infranqueable y el plan táctico
Mientras River Plate se adueñaba de una posesión estéril, Boca confió en su plan: una línea de cuatro volantes que cerró los espacios internos de manera muy sólida.
El verdadero pilar del triunfo fue la solidez defensiva. La zaga, con Di Lollo y Costa aplicados, anuló por completo el circuito de juego de River, lo que permitió que el portero Agustín Marchesín no tuviera que realizar atajadas monumentales. El mediocampo, con un Paredes dominante en la marca y distribución, contuvo cualquier intento de remontada.
La figura de Exequiel Zeballos
La figura del partido fue, sin discusión, Exequiel Zeballos. El "Changuito" fue el factor de desequilibrio que River no pudo contener. Su combinación de habilidad pura, oportunismo en el gol y velocidad letal en el contragolpe fue decisiva.
Con el 2-0, River cayó en la desesperación, mostrando imprecisión y falta de ideas. Boca, por su parte, demostró que se siente cómodo en el barro del Clásico, ganando con autoridad. Lo más importante es que con esta victoria, Boca Juniors no solo obtiene una inyección de confianza, sino que sella su clasificación a la próxima edición de la Copa Libertadores, asegurando su presencia en el torneo continental
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