La historia entre Mary-Kate Olsen y Olivier Sarkozy siempre fue una mezcla de sorpresa, curiosidad y discreción extrema. Desde el primer momento en que aparecieron juntos, Hollywood quedó desconcertado por la combinación: una de las gemelas más influyentes del entretenimiento y la moda estadounidense junto al financiero francés, hermano del expresidente Nicolás Sarkozy. Su unión parecía un universo propio, hermético y sofisticado, que pocos lograban comprender. Pero ese misterio, que al principio los rodeó con fascinación, terminaría siendo también el telón silencioso que marcó su final.
El comienzo de una relación improbable
Mary-Kate y Olivier se conocieron en 2012, y en cuestión de meses la relación ya era tema habitual en la prensa. No solo por la diferencia de edad de 17 años, sino por el choque evidente entre sus mundos: ella, una figura que había roto con el estrellato infantil para reinventarse como diseñadora influyente; él, un banquero de alto perfil acostumbrado a la vida privada, formal y alejada de los focos.
Pese al ruido mediático, ellos apostaron por lo íntimo. Evitando alfombras rojas y declaraciones públicas, construyeron un círculo completamente cerrado, donde poco se filtraba y nada se confirmaba. Ese hermetismo fortaleció la relación durante años, y en 2015 se casaron en una ceremonia ultraprivada que se convirtió en uno de los eventos más comentados por lo poco que se pudo ver.
Diferencias que se hicieron más grandes que el amor
Con el tiempo, comenzaron a surgir rumores de estilos de vida incompatibles. Mientras Mary-Kate buscaba equilibrio entre su carrera en el mundo de la moda y una vida personal estable, Sarkozy mantenía una dinámica más rígida, marcada por compromisos laborales y familiares previos. Cercanos a la pareja aseguraban que la diferencia de prioridades se volvió una brecha constante.
Aun así, fieles a su estilo, ninguno de los dos habló de conflictos ni dio declaraciones públicas. La relación se fue diluyendo lejos de los titulares estridentes, como si ambos se resistieran a que el mundo viera las grietas.
Una separación discreta… pero inevitable
En 2020, Mary-Kate sorprendió a Hollywood al solicitar la disolución del matrimonio de forma urgente. Ese movimiento, que contrastaba con años de silencio, reveló que el desgaste venía de tiempo atrás. Los trámites legales llamaron la atención por lo inusual de la solicitud, pero ambos mantuvieron la misma línea de discreción que los caracterizó desde el principio.
Finalmente, cerraron su historia sin escándalos ni reproches públicos. Su separación se convirtió en uno de esos casos en que la falta de ruido dijo más que cualquier comunicado: una relación compleja que, aun estremeciendo a Hollywood, eligió apagarse lejos del espectáculo.
Un capítulo más en la vida enigmática de Mary-Kate
Hoy, Mary-Kate Olsen continúa enfocada en su faceta como diseñadora y empresaria, lejos de las cámaras que la siguieron desde niña. La historia con Olivier Sarkozy quedó como un recordatorio de cómo una relación puede desafiar expectativas, generar titulares y, aun así, terminar exactamente como vivió: en silencio absoluto.
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