Ninel Conde debuta en La Casa de los Famosos México reconociendo el desafío: "Durante muchos años mis fans me pidieron que participara". Tras un retiro voluntario de dos años para trabajar en su crecimiento personal, llega con serenidad aunque bromea: "Espero que esa tranquilidad me dure al menos los primeros diez minutos". Su estrategia evita prejuicios sobre compañeros, pues "el juego comienza al entrar a esa casa" y todo lo externo pierde relevancia.
El Bombón Asesino redefine los objetivos del reality: "Sé que esto es un juego y competencia, pero nunca he pensado en otra cosa que no sea conectar con el público". Más allá de ganar, busca medir su evolución emocional tras dos décadas en la fama: "Quiero probarme a mí si mi inteligencia emocional mejoró en 20 años". Aclara que aunque es competitiva, su participación es "un regalo para la gente" donde la victoria sería "una bendición" adicional.
¿Cuáles son los límites de la actriz?
La actriz negoció condiciones con la productora Rosa María antes de ingresar: "Fui clara: llevo dos años alejándome de la toxicidad, de todo lo que afecte mi paz". Enfatizó que "Mi paz no es negociable" y obtuvo garantías de que el enfoque sería el entretenimiento sano. Conde vincula esta postura con su historia personal: "Fui mujer que sufrió violencia física, psicológica y verbal", prometiendo "frenar esto" mediante su ejemplo en pantalla.
Su participación busca "sentar precedente como mujer que no permite violencia" mientras comparte su transformación personal. El reencuentro con Olivia Collins (su coprotagonista en Como en el cine) añade simbolismo a este viaje, donde el reality se convierte en plataforma para demostrar que el equilibrio emocional y el espectáculo pueden coexistir sin sacrificar la dignidad.
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