Diario 2001
La ceremonia de Hiroshima discurrió con la solemnidad de siempre. Una joven y un escolar golpearon una gran campana con una larga viga de madera , se liberaron decenas de palomas blancas que volaron sobre el “Gembaku Domu”, la cúpula que quedó en pie tras la tragedia y se guardó un minuto de silencio en recuerdo del 70 aniversario del lanzamiento de la primera bomba de uranio.
El acto de este jueves, sin embargo, contó con la cifra record de 55.000 personas, representantes de un centenar de países invitados.
La cita en el Peace Memorial Park abrió de nuevo espacio a la reflexión y a los llamados a los líderes mundiales para que “trabajen incansablemente para lograr un mundo libre de armas nucleares”, como apuntó el alcalde de la ciudad , Kazumi Matsui.
“Para coexistir, debemos abolir el mal absoluto y el colmo de la inhumanidad que representan las armas nucleares. Ahora es tiempo de actuar”, reafirmó Matsui fijando esperanzas en la cumbre de líderes del G7 que se celebra el año próximo en Japón.
“En el mundo aún existen unas 15.000 armas nucleares, agregó Matsui en su discurso, al tiempo que instaba a la comunidad internacional a erradicar para 2020 estos artefactos “inhumanos y de maldad máxima”.Pase de página.
Las ciudades de Hiroshima y Nagasaki siguen huyendo de un pasado que las cita día a día, para sacar de sus cicatrices, un mensaje de alerta a la humanidad, que aún no termina de entender los peligros a los que se expone.
Los turistas de todas partes también avivan las historias admirando los objetos quemados que se conservan en una parada obligada en el Museo Conmemorativo de la Paz de Hiroshima.Otros viajeros oyen algún testimonio de los 183.519 ancianos testigos de las dos bombas, los Hiakusha, (así llaman a los sobrevivientes de la tragedia).
Y en la travesía se escapa un lamento de un octogenario sobre los días en los que se les despreciaba y se les discriminaba como enfermos de un mal contagioso, una maldición.“Nadie quería casarse con un hibakusha por que pensaban que no podían tener hijos o que sus hijos heredarían las malformaciones producidas por la bomba”, apunta una víctima.