La nueva presidenta Michelle Bachelet, electa con una mayoría inédita en medio siglo, despertó gigantescas esperanzas en los grupos a los cuales más prometió: los estudiantes, que no están dispuestos a darle demasiado tiempo para que inicie sus revolucionarias reformas.
La ex mandataria dijo el lunes que se tomará su tiempo para nombrar a su gabinete ministerial, la segunda quincena de enero, buscando entre los mejores de los partidos de su alianza electoral centroizquierdista.
"Quiero darme el tiempo necesario para elegir a los mejores, los y las que tengan la camiseta bien puesta, que estén plenamente compenetrados con el mandato del programa del gobierno", dijo la presidente electa a la prensa.
Si sacó lecciones de su anterior mandato, 2006-2010, deberá poner especial atención en quién será su Ministro de Educación, cuya tarea será vital para mantener a raya a millones de estudiantes que escucharon su promesa de una educación pública de calidad y gratuita.
Bachelet, una médico pediatra de 62 años, agnóstica, iniciará sus grandes cambios con una reforma tributaria que implica un alza gradual de cinco puntos a las empresas, de 20 a 25 puntos, para recaudar 8.200 millones de dólares, para financiar los cambios educacionales.
Para la primera reforma tiene mayoría de sobra en el Congreso, y para la educacional requiere el voto de un senador adicional, que puede lograr fácilmente.
La "luna de miel" del gobierno de Bachelet dependerá de su manejo de la cuestión educacional, tema en el que falló en los inicios de su primer gobierno, cuando un millón de secundarios protagonizó la "Revolución Pingüino", por el color del uniforme de los adolescentes, a los que desmovilizó incorporando a sus líderes a una comisión, sin resultados concretos. Pedían educación de calidad, gratuita y ser devueltos a la administración del Ministerio de Educación.
Los pingüinos crecieron y decenas de miles protestaron en las manifestaciones universitarias del 2011, que conmocionaron a toda la sociedad chilena, que los apoyó y aportó sus exigencias particulares. Ese movimiento fue el impulsor de los cambios exigidos, que fueron reducidos a un programa de gobierno por Bachelet, de quien ahora se esperan resultados concretos.
"Están las condiciones sociales y políticas, y por fin ahora es el momento de hacer los cambios", dijo Bachelet el domingo luego de imponerse a la conservadora Evelyn Matthei. "Si estoy aquí es porque creemos que el Chile de todos es necesario. No será fácil, pero cuándo ha sido fácil cambiar el mundo", añadió.
Las principales dirigentes universitarias, recién electas, anticiparon que el proceso será difícil.
"No esperaremos a que la clase política decida, entre acuerdos entre ellos, qué es lo que realmente necesitamos para la educación de nuestro país. Tampoco permitiremos que se nos venda una nueva falsa reforma", advirtió una declaración pública de la Confederación que aglutina a los estudiantes universitarios, dos de cuyas máximas líderes son anarquistas.
Otra de las grandes promesas de Bachelet es disminuir las grandes brechas de desigualdad entre pobres y ricos, producto de la política neoliberal que mantiene las riquezas en pocas manos. El arma para esta batalla, fue definida por la propia Bachelet como la educación.
Entre las promesas que se le exigirán prontamente a la presidente electa están la despenalización del aborto en determinadas circunstancias y avances hacia el matrimonio homosexual.
Estos y otros cambios fueron tajantemente rechazados por su adversaria en las elecciones, quien ganó por el 62% de los sufragios frente a 37%. /AP