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Bofetada diplomática a Obama por NSA: Dilma le dice (por ahora) no

Lunes, 16 de septiembre de 2013 a las 07:30 pm
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El gobierno de Estados Unidos había vendido la ahora "pospuesta" visita en octubre de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a Washington como "el evento" diplomático del año: la cita en la Casa Blanca fue elevada al rango de "visita de Estado", el más alto honor posible a un mandatario extranjero, y más aún: iba a ser la única de ese nivel en todo 2013.

   De ahí que el "no" -por muy temporal que sea- de Dilma Rousseff a su par Barack Obama haya sido entonces más duro de lo diplomáticamente admitido por ambas partes, pese a que se rumoreara desde hacía tiempo en vista de la indignación de Brasilia con Washington por el escándalo de espionaje norteamericano desvelado por el informante Edward Snowden los pasados meses, y que afectó mucho a Brasil.

   Para Michael Shifter, presidente del centro de pensamiento Diálogo Interamericano en Washington, ni siquiera el hecho de que Brasilia "pospusiera" en vez de cancelar el encuentro logra limar el impacto político del gesto.

   "Esto es un golpe a las relaciones entre Estados Unidos y Brasil, que habían estado en un camino más productivo desde que Dilma asumió el poder", dijo Shifter a la agencia dpa.

   "Posponer la visita de Estado sólo alivia modestamente el efecto. El mensaje es claro y fuerte y sirve para medir la sensibilidad de Brasil sobre su espionaje", explicó.

   Según el experto, el impacto diplomático del no brasileño va más allá además de las fronteras del gigante sudamericano.

   "Estratégicamente, Brasil y México son los países más importantes para Estados Unidos en América Latina, y Washington ha invertido en la relación con Brasil. Así que la decisión de Dilma, producto de intensas presiones en casa, supone un revés y tendrá algunas repercusiones en todo el hemisferio", consideró.

   La Casa Blanca se apresuró hoy a subrayar que la decisión de "posponer" la cita fue tomada de mutuo acuerdo por Obama y Rousseff en una conversación telefónica que sostuvieron el lunes, algo que también indica el comunicado de Brasilia que reveló la decisión.

   Con todo, ninguna parte ocultó la tensión que ha provocado la filtración sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) en Brasil, entre otros muchos aliados de Washington.

   El anuncio de la presidencia brasileña justifica la decisión afirmando que no recibió de Washington "explicaciones" sobre el caso, ni tampoco "el compromiso de cesar las actividades de interceptación", por lo cual consideró que "no están dadas las condiciones para la realización de la visita".

El texto reitera que las actividades de monitoreo de comunicaciones de ciudadanos brasileños, de la petrolera estatal Petrobras y de la propia presidenta Rousseff constituyen "prácticas ilegales" y son "un hecho grave, que atenta contra la soberanía nacional y los derechos individuales, y (es) incompatible con la convivencia democrática entre países amigos".

   La Casa Blanca replicó en su propio comunicado que el gobierno de Obama no ha rehuido este asunto con sus pares brasileños y en que cuestiones de este tipo llevan tiempo antes de ser resueltas.

   "El presidente ha dicho que comprende y lamenta las inquietudes que las revelaciones de presutnas actividades de inteligencia estadounidenses han generado en Brasil y ha dejado claro que está comprometido a trabajar con la presidenta Rousseff y su gobierno por canales diplomáticos para ir más allá de este tema como fuente de tensión en nuestra relación bilateral", subrayó la Casa Blanca.

   Tanto Brasilia como Washington dejaron hoy la puerta abierta a una futura recomposición de unas relaciones en la que ambos gobiernos han invertido tantos esfuerzos los últimos años, pese a que no se fijó ninguna fecha concreta para recuperar la visita ahora aplazada.

   Y es que según el director del Instituto Brasil del Centro Woodron Wilson en Washington, Paulo Sotero, ambas partes tienen gran interés en mantener la relación pese a este impasse.

   "Las razones que llevaron a Obama a invitar (a Rousseff) y a Dilma a aceptar no desaparecieron, interesa a Estados Unidos y a Brasil una relación más cercana, más constructiva", aseguró a dpa.

   "Dilma ha trabajado para reconstruir una relación con Estados Unidos que estaba totalmente destruida al final (de la presidencia de Luis Inácio) Lula", recordó en este sentido.

   Para Michael Shifter, el incidente sin embargo debería servir de recordatorio a Washington sobre la fragilidad de sus importantes relaciones con los que percibe como principales aliados en la región más próxima a sus fronteras.

   "El daño no es ciertamente irreparable, pero crea una mayor desconfianza entre los dos gobiernos que lleará algún tiempo superar", advirtió. /DPA