BBC
"Nuestra Constitución, una de las mejores del mundo, está blindada de cualquier capricho personal".
Así se refería Hugo Chávez en 2008 a la ley fundamental de Venezuela, promovida por el presidente. Era palabra sagrada para él y sus seguidores, pero en medio de una crisis política y económica sin precedentes, su sucesor, Nicolás Maduro, busca algo impensado: reformarla.
Los venezolanos están convocados este domingo a escoger a los miembros de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), mecanismo previsto en la legislación para modificar la Carta Magna.
Se produce a 18 años de la ANC, organizada por Chávez pocos meses después de asumir el poder, que permitió aprobar la llamada Constitución Bolivariana y que creó la base institucional existente en Venezuela.
Llevan el mismo nombre, pero responden a realidades completamente distintas. Y es una iniciativa que ha crispado los ánimos en un país dividido: para el gobierno es necesaria para fomentar el diálogo y alcanzar un pacto social por al paz; para la oposición es una forma de autogolpe de Estado y la confirmación de la "deriva autoritaria" del presidente.
La ANC de ahora se realiza por iniciativa del heredero político de Chávez, Maduro, a quien el difunto mandatario dejó encargado del poder y designó como sucesor. Pese a ello, entre ambas iniciativas parece haber más diferencias que semejanzas.
– Un país distinto
El contexto político y económico de Venezuela es uno de los factores que marcan distancia entre las dos constituyentes.
"Cuando se convoca la ANC de 1999, el chavismo era la primera fuerza política del país tras ganar la presidencia en diciembre de 1998″, dice Andrés Caleca, quien en esa época presidía el Consejo Nacional Electoral de Venezuela, "mientras la oposición estaba totalmente en desbandada y la situación económica del país era normal -aunque el precio del petróleo estaba bajo-, con todo el aparato productivo funcionando".
"Ahora la situación es a la inversa: lo que está en desbandada es el chavismo, mientras la oposición está unificada, avanzando con aciertos y errores", agrega, "según las encuestas, casi 80% de los electores votarían por la oposición y 20% lo haría por el oficialismo. El país está quebrado, en una situación de crisis humanitaria por falta de alimentos y de medicinas y con una expectativa de crecimiento de la economía de -12%, lo que es propio de países que han vivido una catástrofe o una guerra".
– Del chavismo al madurismo
Los cambios en la base de apoyo del chavismo tienen impacto en la convocatoria, explica Carmen Beatriz Fernández, consultora política de la empresa Datastrategia y profesora de Comunicación Política de la Universidad de Navarra.
"La diferencia no solo está entre el liderazgo de Chávez y de Maduro, una comparación en la que aparece en desventaja este último, sino que hay que reconocer que cuando el actual mandatario asumió las riendas del oficialismo este movimiento ya estaba mermando", afirma en conversación con BBC Mundo.
La experta señala que Chávez siempre tuvo una mayoría a su favor y que mantuvo un nivel de apoyo en torno a un 56%, con algunos altibajos. "Él quiso tener mucha base popular, pero también institucional y constitucional para hacer la cosas que quería. Para ello se dotó de su Constituyente y su Constitución que le dieron su piso político", señala.
En 1999, afirma, había tres tipos de chavistas: los emocionales, que eran la mayoría y que sentían una profunda conexión con Chávez; los ideológicos, que era una minoría de personas de extrema izquierda; y los utilitarios, que son aquellos cuyo apoyo depende de que reciban beneficios.
"Ahora el chavismo emocional desapareció. Maduró ganó las elecciones de 2013 en un resultado muy reñido con el país partido en dos mitades. Ese 50% Maduro lo llevó a 20% ahora. ¿Qué perdió? Básicamente al chavismo emocional. Se quedó con el ideológico y el utilitario", apunta.
2017-07-28