Un legislador estadounidense visitó el lunes la casa donde vivía Ernest Hemingway cerca de La Habana para celebrar un esfuerzo de Estados Unidos y Cuba para preservar y digitalizar escritos y efectos personales del ganador del premio Nobel.
Curadores en la isla le dieron a Jim McGovern, legislador demócrata de Massachusetts, y a la delegación estadounidense que visita Cuba, un recorrido por la Finca Vigía, un predio rodeado de árboles tropicales en lo alto de una colina desde donde se ve la capital cubana.
Tanto Estados Unidos como Cuba, donde vivió Hemingway de 1939 a 1960 y escribió gran parte de "El viejo y el mar" y otros trabajos, consideran al escritor su hijo predilecto. McGovern dijo el lunes que ese cariño compartido trasciende las divisiones políticas entre ambas naciones.
"Hemingway siempre unió a la gente", dijo McGovern. "Él trasciende a la política y uno de los puntos que quiero destacar hoy es que si cubanos y estadounidenses pueden unirse de forma constructiva y hacer esto, ayudar a preservar una casa con todo su contenido, entonces no hay límite sobre lo que podemos hacer si trabajamos juntos".
Académicos de ambas naciones han trabajado juntos durante más de una década para preservar la casa y su tesoro de documentos, que incluyen de todo, desde cuentas de bar hasta boletos de peleas de toros, notas personales y recetas.
El mes pasado miles de papeles escaneados de cuando Hemingway estuvo en Cuba se hicieron públicos en la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy en Boston. En el recinto está la colección más grande del escritor, incluyendo 90% de sus manuscritos.
La colección en Cuba incluye cosas como el seguro de la camioneta Plymouth 1941 de Hemingway, su permiso local de armas de fuego y el telegrama donde le notifican que ganó el Nobel de Literatura en 1954.
"Estamos trabajando para preservar la colección de Hemingway para los hijos de nuestros hijos y para los nietos de nuestros nietos", dijo Ada Rosa Alfonso, directora de la Finca Vigía.
Mary Welsh Hemingway, cuarta y última esposa del escritor, donó la finca de San Francisco de Paula, ubicada a una media hora en coche a las afueras de La Habana, al gobierno cubano en 1961, poco después de que se confirmó su suicido en Idaho.
En años recientes la casa estuvo en riesgo de derrumbarse, lo que provocó que académicos estadounidenses y cubanos lanzaran un proyecto de restauración. Hoy, los historiadores consideran que la han preservado más o menos como la dejó "Papá", como era conocido el escritor.
Al menos una decena de cabezas de animales disecados están montados sobre las paredes en un tributo a su entusiasmo por la cacería. En la mesa de una sala de espera están las botellas de licor consumidas a la mitad tal cual estaban hace más de cinco décadas. Todavía se alcanzan a leer apuntes en las paredes del baño donde Hemingway registraba su peso, presión arterial y pulsaciones todos los días.
"Todo el mundo habla de los documentos. Pero si tenemos en cuenta que Hemingway escribió hasta en las paredes, la casa es un gran documento. Además es el testimonio de todo lo que Hemingway hizo", dijo Gladys Rodríguez, presidenta de la cátedra Hemingway. /AP