EFE
El deseo de la presidenta argentina, Cristina Fernández, de servirse un café en la cafetería del Senado chileno junto a parte de su equipo generó incidentes entre la prensa y sus guardaespaldas, aunque la mandataria argentina nunca se enteró.
Nada más terminar este martes la investidura de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, y después de que casi todos los invitados se habían retirado, Fernández partió rauda al salón de café del Senado, aunque antes solicitó no ser molestada por la prensa.
No obstante, algunos periodistas que estaban en el lugar intentaron acercarse a ella, lo que causó algunos roces con los agentes de seguridad, al punto que un camarógrafo del Canal 13 de Chile fue expulsado por la Policía.
Uno de los responsables de la seguridad de Fernández pidió a los carabineros que formaran una barrera a la entrada del café, con el fin de evitar la entrada de los informadores, quienes se quejaron ante los organizadores de la ceremonia de investidura, ya que la prensa tiene autorización permanente para estar en la cafetería.
Cristina Fernández, que en esta ocasión vestía de blanco, dejando atrás el luto que vistió por años, ni siquiera se enteró de lo que ocurrió en la puerta del salón y, más aún, accedió a tomarse fotos con los trabajadores de la cafetería.