Pasaron ocho meses desde que el rey Juan Carlos reaccionara airado a las continuas interrupciones del entonces Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante la cumbre iberoamericana que se celebraba en Chile espetándole el ya famoso "¿por qué no te callas?" ante más de veinte jefes de Estado y de gobierno. Las imágenes del entredicho dieron la vuelta al mundo y los opositores al presidente venezolano se regodearon durante meses con la frase.
El 25 de julio de 2008 tocaba el turno de la reconciliación: el líder bolivariano de 53 años se reunió con Juan Carlos en el palacio de Marivent, en Palma de Mallorca, a donde llegó una hora después de lo previsto. El retraso podría haber sido considerado una afrenta, pero el monarca de 70 años pareció ignorarlo y asumir el reencuentro con humor: durante la reunión regaló incluso a Chávez una remera con la célebre reprimenda.
"Mire, don Juan Carlos, usted me debe un dinerito por las ganancias", dijo el venezolano reivindicando los derechos por el uso de la frase. "Nos corresponde mitad y mitad". El monarca ya había ofrecido diversos gestos de hospitalidad a su invitado. Se acercó a la limusina en la que llegó Chávez y lo recibió con un: "Te agradezco mucho el detalle de venir, de verdad".
Después ambos se dieron un enérgico apretón de manos sin perder la sonrisa e intercambiaron palmadas en el hombro. "¿Y por qué no nos vamos a la playa?", parafraseó Chávez, que ante el calor de Mallorca dijo sentirse "en el Caribe, en Cuba, en Jamaica o en Margarita".
Al menos ante las cámaras, los líderes no se abrazaron. Chávez había anunciado que le daría "gusto darle un abrazo al rey". Y luego, con su estilo desenfadado, había continuado: "Pero tú sabes, Juan Carlos, que yo no me voy a callar".
Que un jefe de Estado tutee al rey no pertenece precisamente al protocolo.
Pero España ya está acostumbrada al estilo chavista: "Al rey se le volaron los tapones; explotó", comentó el bolivariano tras el incidente de noviembre en Chile, donde antes había calificado de "fascista" al ex presidente del gobierno español, José María Aznar.
Luego acusó al soberano de faltarle el respeto y le exigió disculpas. Y como esto no ocurría amenazó con "poner las relaciones con España en el congelador". Madrid puso en marcha toda la maquinaria diplomática para evitar ese extremo.
Al fin de cuentas, unos 10.000 españoles y sus descendientes viven en Venezuela. Y España invirtió casi 2.000 millones de euros en Venezuela desde la llegada de Chávez al poder en 1999.
El esfuerzo parece haber dado sus frutos. La frase que desencadenó esa crisis quedó reducida ayer, en palabras de Chávez, a "una anécdota de la que podremos reírnos toda la vida".
Chávez continuó su visita de Estado a España reuniéndose con el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Ambos dignatarios abordaron la crisis energética y alimentaria mundial y, también, la polémica directiva de retorno de inmigrantes aprobada por la Unión Europea.
El petróleo volvió a ocupar gran parte de la agenda. Chávez insistió en que el precio del barril debería estabilizarse en los 100 dólares y dejó la puerta a abierta que la petrolera española Repsol explote hasta dos campos de los yacimientos del Orinoco.