El Vaticano informó que la muerte del papa Francisco fue provocada por un ictus cerebral, que derivó en un coma y un fallo cardiocirculatorio irreversible.
El documento oficial, firmado por Andrea Arcangeli, director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, certifica que el fallecimiento ocurrió a las 7:35 de la mañana (hora local) del 21 de abril en su residencia en la Casa Santa Marta.
“Declaro que las causas de la muerte según mi ciencia y conciencia son las indicadas”, señala el acta oficial. La causa principal fue un evento cerebrovascular que afectó gravemente su salud, sumándose a una serie de complicaciones médicas previas.
Problemas de salud que fueron empeorando
El pontífice había enfrentado durante más de dos meses serios problemas respiratorios que lo mantuvieron hospitalizado en Roma. En concreto, estuvo ingresado durante 38 días en el Hospital Gemelli debido a una neumonía bilateral microbiótica y bronquitis múltiple. Además, padecía hipertensión y diabetes, condiciones que agravaron su estado general.
Su historial clínico revela episodios previos relacionados con insuficiencia respiratoria aguda y complicaciones derivadas de sus enfermedades crónicas, lo que contribuyó a su delicado estado en los últimos meses.
Transición en la Santa Sede
Con la pérdida del primer Papa latinoamericano, aproximadamente 1.400 millones de fieles en todo el mundo están atravesando un momento de profundo duelo. La Santa Sede ha iniciado oficialmente el proceso de transición, con el camarlengo Kevin Farrell al frente como administrador temporal hasta la elección del próximo líder papal.
Farrell asumirá funciones administrativas y coordinará los actos fúnebres oficiales del pontífice fallecido. Como jefe del Estado Vaticano, también será responsable de gestionar las relaciones internacionales y convocar a mandatarios mundiales para rendir homenaje al papa Francisco durante los próximos días.
El cardenal irlandés Kevin Farrell desempeñará un rol clave durante este período interino. Su responsabilidad será garantizar la continuidad institucional del Vaticano mientras se prepara el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco.
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