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Felipe y Letizia inauguran mañana una nueva era en la monarquía de España. El nuevo rey y su mujer se enfrentan al reto de recuperar el prestigio de la institución, sumida en su peor crisis de imagen en casi 40 años.
Felipe VI, de 46 años, será proclamado rey por la mañana en una ceremonia austera y sobria en el Congreso de los Diputados, en el centro de Madrid.
Entonces llevará ya más de 10 horas siendo rey: en la medianoche entra en vigor la ley de abdicación de Juan Carlos, de 76 años, que la firma como último acto de sus 39 años de reinado.
El recorrido que Felipe y la reina Letizia, de 41 años, harán juntos después en un Rolls Royce por varias avenidas de la capital española podría servir de termómetro del afecto ciudadano. Así como los colores de las banderas que agiten los ciudadanos a su paso.
Se van a repartir 100.000 banderines con los colores de la bandera española, pero los sectores antimonárquicos llamaron a agitar banderas republicanas al paso de los reyes. Los colores rojo, amarillo y morado de la Segunda República española se ven desde hace días en algunos balcones del centro de Madrid.
El anunció de abdicación de Juan Carlos el 2 de junio se vio seguido aquella tarde por protestas que reclamaron un referéndum sobre la monarquía. No fueron masivas, pero sí lo suficientemente grandes como para generar debate en la calle y en el Parlamento.
Siempre ha existido la reivindicación republicana, pero esta ha ganado ahora una visibilidad pública inusitada.
La monarquía fue antes muy respetada, sobre todo por el papel de Juan Carlos en la transición de la dictadura a la democracia tras la muerte, en 1975, del dictador Francisco Franco, y su posterior contribución al fracaso del intento de golpe de Estado de 1981.
Pero hace unos años entró en una crisis de prestigio sin precedentes, sobre todo por el caso de corrupción que protagoniza el marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin, y que salpica a la hija de Juan Carlos y hermana de Felipe, imputada por el juez.
Contribuyó también Juan Carlos con su cacería en Botsuana en 2012 -un viaje de lujo en el peor momento de la crisis española- y su relación con la princesa germanodanesa Corinna zu Sayn-Wittgestein, que los españoles conocieron a raíz del episodio africano.
Sus reiterados pasos por el quirófano y el desapego general hacia las instituciones que la crisis económica generó en los españoles también contribuyeron. A la recuperación del prestigio se enfrentan Felipe y Letizia.
Juan Carlos no acudirá mañana al Congreso de los Diputados para ver a su hijo jurar la Constitución española. Quiere "dar el máximo protagonismo al nuevo rey", según la casa real.
Lo cierto es que así marca también una línea que puede favorecer el inicio del reinado de su hijo, cuya valoración en las encuestas fue creciendo en los últimos tiempos en paralelo a la caída de la de su padre. Felipe y su madre, la reina Sofía, son con diferencia los dos miembros más valorados de la familia real.
Los expertos coinciden en destacar la preparación del nuevo rey, junto a su flema y su serenidad. Es el primer rey de España con carrera universitaria: licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y máster en Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown.
En las Fuerzas Armadas hizo la carrera de oficial en los tres Ejércitos. Habla perfectamente inglés y francés, y maneja bien también otras lenguas, entre ellas el catalán. Con América Latina tiene un vínculo especial: desde los 90 representó a España en las tomas de posesión de los presidentes.
La reina Letizia no ha conseguido aún hacerse con el favor de los españoles. Es trabajadora, perfeccionista y muy meticulosa en la preparación de sus apariciones públicas. Podría pensarse que su pasado de clase media tendría que haberle dado el favor de los españoles, pero la perciben distante. Cambiarlo es su reto personal.
Mañana se espera la afluencia de miles de personas en las calles del centro de Madrid, y la comparación con hace 10 años, cuando el entonces príncipe de Asturias y la ex periodista se casaron, será inevitable. Aquel 22 de mayo de 2004, Madrid fue una ciudad bajo la lluvia, y aún así, miles se lanzaron a las calles para celebrar la boda real que tuvo lugar en la catedral de la Almudena.
Junto a ella está el Palacio Real, la sede oficial de la jefatura del Estado español, aunque Juan Carlos y Sofía vivieron siempre en el Palacio de la Zarzuela, en las afueras de Madrid, un complejo en el que Felipe se construyó el palacete al que se trasladó su mujer cuando se casaron y donde seguirán viviendo como reyes.
Al balcón principal del Palacio Real saldrán ambos mañana como hace diez años para saludar a los ciudadanos. Los acompañarán los reyes Juan Carlos y Sofía. Ahí sí estará el padre del nuevo rey. Saludarán también sus hijas: Leonor, de ocho años, convertida ya en princesa de Asturias como nueva heredera, y Sofía, de siete.
En la plaza de delante caben 40.000 personas. Que estén todas o no dará también idea de cómo se inicia el reinado de Felipe VI.
2014-06-18