El aniversario del asesinato de John Fitzgerald Kennedy ha desempolvado las viejas historias que dan una explicación oficiosa al famoso magnicidio y rellenan los huecos dejados por una versión oficial que no convence a muchos en un país aficionado a las teorías de la conspiración.
Que al popular Kennedy lo matara un solitario e inestable Lee Harvey Oswald en un arrebato ha resultado ser una verdad insuficiente para saciar la necesidad de respuestas de una sociedad que quedó conmocionada por el atentado.
Los errores en la investigación y el oscurantismo que rodea a las agencias de inteligencia abonaron el terreno para argumentaciones varias que, incluso a día de hoy, siguen aumentando su discurso con nuevos libros que abordan el crimen con diferentes ángulos y evidencias.
Un complot de la CIA, un plan del vicepresidente Lyndon B. Johnson, una operación de la KGB y el régimen cubano de Fidel Castro o una venganza de la mafia son las alternativas más creíbles para quienes no dan crédito a la realidad que se les presenta.
Estudios psicológicos realizados en la Universidad de Londres constataron que existe una tendencia natural en el ser humano a asociar eventos de gran magnitud con grandes causas.
Cuando estos sucesos impactan en las emociones, los afectados comienzan instintivamente a buscar explicaciones que les dejen tranquilos.
Las especulaciones se desbocan ante la incertidumbre y la sensación de indefensión, según concluyen diversos estudios que indagan en la necesidad que tienen las personas de controlar su entorno.
"Las teorías de la conspiración siguen progresando en el siglo XXI", aseguran los autores del informe "Measuring Individual Differences in Generic Beliefs in Conspiracy Theories Across Cultures", publicado en abril, donde se apunta que hay gente con más propensión a tener una "mentalidad conspiradora" que otra.
De hecho, está comprobado que quien acepta una de estas teorías, está abierto a dar verosimilitud a más, incluso aunque entre ellas presenten contradicciones.
Un 63 % de los votantes registrados cree en al menos una gran conspiración política, según una encuesta del pasado mes de enero de la Universidad de Fairleigh Dickinson. Un 25 % afirma tener claro que el gobierno de George W. Bush supo de antemano lo que iba a ocurrir el 11 de septiembre de 2001.
Casos reales como el Watergate y enigmáticos clubes como el Bilderberg, que anualmente congrega a élites mundiales para tratar una agenda secreta, ayudan poco a generar confianza de los ciudadanos en sus líderes y contribuyen al fomento de teorías sobre tramas ocultas.
Los ataques terroristas contra las Torres Gemelas, la figura de Osama bin Laden, el cambio climático y la crisis económica se han convertido en los últimos años en los temas de moda para la literatura de complots, llamados a suceder a clásicos del siglo XX que, como el fallecimiento del presidente Kennedy, aún dan que hablar.
Existe paralelismo entre las antiguas conspiraciones y las nuevas. Igual que hay quien afirma que EE.UU. sabía del 11-S y no hizo nada para evitarlo, se cuenta lo mismo del bombardeo japonés a Pearl Harbor en 1941, que supuestamente se permitió para justificar ante la población que había que entrar en la Segunda Guerra Mundial.
Muy populares son también los relatos en torno al fenómeno ovni que tienen como paradigma el Área 51, unas instalaciones militares situadas en el estado de Nevada donde se dice que EE.UU. almacena tecnología extraterrestre, incluida una nave que se habría estrellado en Roswell, Nuevo México, en 1947.
Hay quienes defienden que los alienígenas forman ya parte activa de la sociedad humana, algo que encubren los gobiernos, y que se encargan de mantener en secreto los "hombres de negro", un grupo de agentes que pasaron del anonimato al éxito de taquilla con la saga "Men in Black" de Will Smith.
Para el escritor y conferenciante David Icke, un referente en cuanto a conspiraciones, los seres de otro planeta serían reptiles bípedos que controlan lo que pasa en el planeta y trabajan con un grupo de poderosos terrícolas que denomina Illuminati, como la sociedad secreta fundada en Alemania en el siglo XVIII. EFE