El blindaje de Pekín no consiguió aislar hoy al Parlamento chino de los crecientes conflictos sociales en China, pues el recuerdo a la masacre de Kunming y diversas protestas en Tiananmen marcaron el inicio de la sesión anual del Legislativo.
La céntrica plaza pequinesa de Tiananmen, donde se ubica la sede de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el Gran Palacio del Pueblo, amaneció hoy con un fuerte dispositivo policial y militar para garantizar la seguridad de los 3.000 diputados llegados de todos los rincones del país para ratificar las reformas propuestas por el Partido.
No obstante, esta vez el guión de la ANP tuvo que modificarse, forzado por las circunstancias. El sábado, 29 personas murieron y más de 140 resultaron heridas a manos de un grupo de enmascarados que acuchilló indiscriminadamente a la multitud en una estación de tren de la -hasta ahora- tranquila ciudad de Kunming, en la provincia sureña de Yunnan.
Con un minuto de silencio y reclinando al unísono la cabeza, los delegados y líderes chinos inauguraron la reunión del Parlamento con un tributo a las víctimas del ataque, considerado por el Gobierno "un atentado terrorista" perpetrado por fuerzas separatistas de la región china de Xinjiang, hogar de la etnia uigur, comúnmente enfrentada a los chinos de etnia han, a quienes acusan de represión.
Mientras en el imponente hemiciclo, coronado con una gran estrella roja en su techo, reinaba el silencio, fuera diversos ciudadanos trataban de alzar la voz para captar la atención de los miles de focos, locales y foráneos, que se dieron cita hoy.
Entre ellos, según constató Efe, había varios peticionarios: ciudadanos de otras provincias del país que acuden a la capital a expresar sus denuncias por cualquier tipo de problema que no les ha sido solucionado en sus localidades, como un desahucio, y que aprovechan encuentros políticos como éste para conseguir atención.
Sin embargo, dada la cantidad de seguridad desplegada, muchos de ellos no consiguieron más que ser arrestados o reprimidos antes siquiera de iniciar su protesta.
A pesar de ello, varios testigos dijeron al diario "South China Morning Post" que esta mañana una mujer de unos 40 años se había intentado inmolar a las puertas de la Ciudad Prohibida.
Los testimonios explicaron que todo pasó muy rápido y que los bomberos, parte del dispositivo especial de la plaza estos días, se afanaron en apagar el fuego.
Según señalaron las mismas fuentes, las autoridades obligaron a los testigos a borrar imágenes o vídeos, si bien quedaron algunas de ellas, en las que se puede ver una gran humareda.
Al mismo tiempo que las imágenes comenzaban a circular por internet, el primer ministro, Li Keqiang, proseguía con su discurso de casi dos horas en pie, repasando la labor del Gobierno en 2013, el primer año de mandato del Ejecutivo que el presidente, Xi Jinping, lidera pero al que él pone el rumbo económico, y desvelando los objetivos para 2014.
"En el último año, las dificultades fueron mayores de lo previsto y los resultados, mejores de lo esperado", resumía Li ante el repleto anfiteatro, frente al que destacó el quebradero de cabeza que supone para Pekín conseguir una base estable de crecimiento económico, pero también atajar los "numerosos" problemas sociales, que fue nombrando uno a uno.
En su alocución, de marcado carácter económico, Li no reservó un hueco para hablar de graves sucesos ocurridos en su primer año en el Gobierno, como cuando un coche invadió la acera y se incendió matando a dos personas a escasos metros de donde hoy él pronunciaba su discurso.
Un incidente que el Gobierno atribuyó, como el ataque de Kunming, a fuerzas de Xinjiang, confirmando la elevación de las tensiones étnicas en el país al extenderse los conflictos a otras regiones.
Aunque no hubo mención expresa, sí hubo alusiones indirectas a la situación durante la intervención, con continuas descripciones de China como "país de todas las naciones", pero también mediante un recurso audiovisual: el vídeo que las pantallas ubicadas en Tiananmen emitían hoy bajo el título "Xinjiang es un buen lugar". EFE