EFE
El argentino Carlos Eduardo Robledo Puch, considerado el mayor asesino de la historia criminal del país, y condenado a prisión perpetua por once homicidios y una violación, entre otros delitos, solicitó a la Justicia la pena de muerte si se le sigue negando la libertad, informaron hoy fuentes judiciales.
Robledo Puch, de 61 años, conocido como "El Ángel Negro" o "El Ángel de la muerte", fue detenido en 1972, cuando tenía 20, acusado de haber cometido once homicidios, 17 robos, una violación y dos secuestros.
Tras haberle negado la libertad en cuatro ocasiones, el convicto, que lleva 41 años encarcelado, presentó recientemente una nueva solicitud por medio de su abogado defensor a la Corte Suprema, según medios locales.
Al mismo tiempo y en un escrito enviado por él mismo, Robledo Puch, quien cumple condena desde 1980 en el penal de la localidad de Sierra Chica, en la provincia de Buenos Aires, pide que si se la niegan de nuevo, se le cambie la pena "por una inyección letal".
En declaraciones a la prensa local, su abogado defensor, Carlos Villada, aseguró hoy que con la ley vigente "el cómputo del tiempo que lleva preso supera sus años de vida".
"Con determinado cómputo tiene unos 80 años en prisión y está en los 60 años de edad. Es ilógico", señaló el letrado.
Carlos Robledo Puch fue condenado a reclusión perpetua en 1980.
La Justicia le concedió como cumplidos los 25 años de cárcel en 1995 y, con ese cómputo, en julio de 2000 quedó habilitado para pedir la libertad condicional, que le fue denegada.
El "Ángel negro" nació el 22 de enero de 1952 en la localidad bonaerense de Olivos.
Antes de cumplir 20 años ya había asesinado a 11 personas, lo que llevó a la prensa de la época a calificarle también de "Bestia humana" y "Muñeco maldito".
El último de los crímenes de Robledo Puch es recordado tanto por su ferocidad como por el error que le valió la detención.
Tras entrar en una ferretería para robar en la madrugada del 3 de febrero de 1972 y de matar al vigilante del local, discutió con su cómplice y también lo asesinó de un balazo.
Después quemó la cara y las manos de su secuaz con un soplete para evitar que lo identificaran, pero olvidó sacarle los documentos de identidad.
En julio de 1973, se escapó de la cárcel, pero dos días después fue encontrado y apresado en un bar.
En el penal bonaerense de Sierra Chica, todavía se recuerda uno de los brotes psicóticos que padeció en 2001: se disfrazó con unas gafas y una capa, y quemó un taller diciendo que era Batman.
También han quedado en la memoria colectiva algunas de las frases que dijo durante el juicio.
Al recordar el primero de sus crímenes, cometido en marzo de 1971 cuando asaltó una discoteca, se mencionó que Robledo había matado a dos guardaespaldas mientras dormían.
"¿Qué querían, que los despertara?", dijo él.
"Esto fue un circo romano. Algún día voy a salir y los voy a matar a todos", fueron sus últimas palabras ante el tribunal que lo condenó.