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Cornelius Gurlitt, el anciano alemán que protagonizó uno de los grandes escándalos recientes del mundo del arte al poseer una amplia colección de cuadros en parte robados por los nazis, murió hoy a los 81 años en su casa Múnich.
Gurlitt llevaba varios meses gravemente enfermo y murió hacia el mediodía acompañado por su médico, informó a la agencia dpa su portavoz, Stephan Holzinger.
El anciano saltó a primera plana en noviembre, cuando se supo que la policía había descubierto y confiscado en su casa una espectacular colección de 1.400 cuadros de maestros como Picasso, Chagall, Matisse, Beckmann y Nolde, algunos de ellos hasta ahora desconocidos.
Gurlitt aseguró tener pruebas de que los cuadros habían sido adquiridos de forma legal por su padre, Hildebrand Gurlitt, conocido coleccionista de arte que mantuvo estrecha relación con los nazis.
Sin embargo, los expertos consideraron que unas 600 obras pudieron ser robadas por los nazis a coleccionistas y propietarios judíos o declaradas "arte degenerado" por el régimen y confiscadas a museos.
A principios de abril, la fiscalía general aceptó devolver los cuadros al coleccionista a cambio de un compromiso contractual de que Gurlitt permitiría a los expertos seguir analizando la colección para determinar qué parte era robada y devolverla a sus dueños legítimos.
Hasta que el escándalo sacudió el mundo del arte, Gurlitt había llevado una vida anónima y retirada en sus casas de Múnich y Salzburgo. "No he amado nada más que a mis cuadros", dijo a la revista "Der Spiegel" en la única entrevista que concedió.