Las manifestaciones opositoras previstas en Egipto el domingo, primer aniversario de la llegada a la presidencia del islamista Mohamed Mursi, se preparaban en un clima de nerviosismo, tras los disturbios de esta semana que dejaron ocho muertos, incluyendo un estadounidense.
El presidente estadounidense, Barack Obama, manifestó este sábado su "preocupación" por la situación en Egipto y pidió a Mursi que actúe de manera "más constructiva". Además, Estados Unidos recomendó a sus ciudadanos que no viajen a Egipto, debido a la "inestabilidad política y social".
Los Hermanos Musulmanes, de los que forma parte Mursi, advirtieron a la oposición que no permitirán un "golpe de Estado" contra el presidente, en víspera de una protesta masiva prevista el domingo para reclamar elecciones presidenciales anticipadas.
A pesar del despliegue policial y militar para proteger las instalaciones vitales, se produjeron nuevamente violentos choques entre seguidores y adversarios de Mursi. Según el jefe de seguridad de Alejandría, el joven estadounidense "sacaba fotos" cuando murió en medio de los altercados, en esta ciudad del norte de Egipto.
"Instamos a todas las partes a que no se impliquen en la violencia, y a la policía y al ejército a que den muestras de moderación apropiadas", afirmó desde Sudáfrica el presidente estadounidense, pidiendo a su homólogo egipcio que entable una "conversación más constructiva" para mejorar la situación de su país.
En la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, donde los opositores piden una "segunda revolución", tras la que desembocó en 2011 en el derrocamiento del entonces presidente Hosni Mubarak, quien había permanecido tres décadas en el poder, se habían armado decenas de tiendas de campaña y seguían reunidas cientos de personas.
"Los islamistas están en el poder desde hace un año y demostraron que son incapaces de dirigir el país" que va de crisis en crisis y se hunde en las dificultades económicas, explicó Adel al-Amir, un manifestante.
Por su parte, el movimiento Tamarod (‘rebelión’ en árabe), afirmó haber reunido 22 millones de firmas para pedir una elección presidencial anticipada.
También en la región de El Cairo, miles de simpatizantes de partidos islamistas seguían congregados en las inmediaciones de la mezquita Rabaa Al Adauiya de Nasr City, un suburbio de la capital, para expresar su apoyo a Mursi y su rechazo a que abandone la presidencia sólo un año después de llegar a ella, como pide la oposición.
"No es sólo por la persona de Mursi. Es una cuestión de defensa de la legitimidad" de un presidente elegido democráticamente, subraya uno de sus seguidores Kamal Ahmed Kame.
Sus partidarios dicen que Mursi está limpiando las instituciones tras décadas de corrupción, pero sus detractores lo acusan de concentrar el poder en manos de su movimiento, los Hermanos Musulmanes, y de haber desviado la revolución de 2011.
Tras la caída de Mubarak en febrero de 2011, el ejército tomó las riendas del país hasta la toma de posesión de Mursi, el 30 de junio de 2012.
La oposición convocó para el domingo una gran manifestación para pedir su dimisión. Muchos comerciantes anunciaron que no abrirán ese día, el primero de la semana en Egipto, por temor a la violencia, mientras que los habitantes de El Cairo empezaron el viernes a hacer largas colas para sacar dinero y comprar provisiones.
Este sábado, varios parlamentarios de la cámara alta (Shura), de tendencia laica, dimitieron para mostrar su apoyo a las manifestaciones anti-Mursi.
El ministro egipcio de Defensa ya advirtió la semana pasada de que el ejército intervendrá en caso de disturbios.
El miércoles, en un discurso en la televisión Mursi advirtió que las divisiones amenazan con "paralizar" el país. "Egipto se enfrenta a numerosos desafíos. La polarización alcanzó un nivel que podría amenazar nuestra experiencia democrática y paralizar la nación", dijo.
Amnistía Internacional pidió moderación a las autoridades egipcias "dados sus antecedentes en materia de intervención policial"./ AFP