La pandemia de COVID-19 dejó en Perú una estela de destrucción económica y social, convertido en la nación con la más alta tasa de muerte global a causa del virus. Y haber soportado una caída de 11 % de su PIB en el 2020, herencia que recibirá el mandatario que salga de las urnas el próximo 6 de junio.
El COVID-19 desnudó en Perú las grandes brechas en servicios públicos y sanitarios. Pues los centros de salud solo contaban en marzo del 2020 con un centenar de camas en las unidades de cuidados intensivos. Donde los pacientes pueden ser conectados a un ventilador mecánico.
De inmediato, el entonces Gobierno de Martín Vizcarra (2018-2020) decidió aplicar una cuarentena estricta, que se extendió por tres meses. Para dedicar recursos extraordinarios para equipar hospitales y comprar todo lo necesario para atender la pandemia.
En los primeros meses de la emergencia, Perú destinó hasta 12 puntos de su PIB para adquirir insumos y equipos médicos, contratar personal especializado. Pero también para lanzar un conjunto de créditos para las empresas y bonos para las familias vulnerables.
MUERTE Y POBREZA
Estas medidas no impidieron que el país fuera el de mayor mortalidad en el mundo por el COVID-19, con 551 decesos por cada 100.000 habitantes. Ni que 1,8 millones de personas fueran lanzadas a la situación de pobreza.
Perú ha acumulado más de 180.000 fallecidos a causa de la COVID-19, según el último índice confirmado por el Gobierno la semana pasada. Que casi multiplicó por tres el número de fallecidos que había reconocido hasta la fecha.
La segunda ola de contagios, de la que recién sale el país, ha elevado el número de contagios hasta bordear dos millones, aunque la tendencia está en descenso y ya hay disponibilidad mínima de camas en UCI.
Actualmente, Perú ha vacunado a más de 2,4 millones de personas y ha adquirido 60 millones de dosis para inmunizar a toda su población adulta hasta fines de año.
DESPLOME DEL PIB Y ALZA DE LA DEUDA
La cuarentena del 2020 provocó un cierre de la economía peruana, que la contrajo en 40 % en abril y al final del año reportó una caída anual de 11 %, según cifras del Banco Central de Reserva.
Por su parte, el déficit fiscal se elevó a 8,9 % del PIB, similar al que Perú tenía a fines de los años ochenta, debido al inusitado incremento de los gastos públicos y a la reducción de ingresos fiscales por el cierre de la actividad privada.
Además, la deuda pública del país creció del 26,8 % del PIB en 2019 al 35 % en 2020, y se teme que siga cuesta arriba hasta llegar a un pico de 37 % entre el 2022 y 2023.
EXPECTATIVAS POSITIVAS
No obstante, el ministro de Economía, Waldo Mendoza, afirmó que el Perú va a tener una de las recuperaciones más rápidas en la región y que el PIB podrá crecer 10 % este año y a un ritmo de 4,5 % hasta el 2024.
El Gobierno de transición de Francisco Sagasti entregará la Presidencia el próximo 28 de julio al mandatario del bicentenario de la independencia, que deberá hacer frente a un país donde la pobreza ha crecido seis puntos porcentuales, hasta 27,5 % de la población, en el último año.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los bonos entregados hasta inicios de este año, han impedido que la pobreza en Perú crezca diez puntos porcentuales, pero recomienda que se mantengan e incrementen para reducir este índice.
Los dos candidatos en contienda, Pedro Castillo (izquierda) y Keiko Fujimori (derecha), coinciden en señalar que sus prioridades serán relanzar la economía y combatir la covid-19.
Sin embargo, ninguno parece tener planes más allá de cosas genéricas como abrir la economía, eliminar restricciones sanitarias, incrementar recursos hospitalarios y potenciar el número de pruebas y análisis para controlar la enfermedad.
EFE
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