La crisis de Siria, que ha entrado en su vigésimo sexto mes, concentrará gran parte de la atención del Consejo de Derechos Humanos (CDH), que empezó hoy un nuevo periodo de sesiones y que tendrá el desafío de no descuidar por esta razón otros casos de violaciones de los derechos más fundamentales.
"Hemos acordado que es nuestro deber proteger a otros seres humanos, aún cuando hayan nacido en otros países y sean aplastados por gobiernos que reclaman tener soberanía sobre un territorio", dijo al inaugurar este foro la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay.
La alta representante de las Naciones Unidas dedicó la primera parte de su discurso a denunciar los horrores que sin cesar ocurren en Siria, así como el completo fracaso de la comunidad internacional para detenerlos, a pesar de que es su obligación.
Como el evento más reciente y crítico de la guerra civil que arrasa Siria, Pillay mencionó a los ciento de civiles muertos o heridos, además de miles que están atrapados por bombardeos y ataques aéreos por parte de las fuerzas gubernamentales sobre la ciudad de Al Quseir (oeste del país).
Tropas del régimen sirio, apoyadas por el grupo radical chií Hizbulá, lanzaron el pasado día 19 una ofensiva contra Al Quseir -considerado un enclave geográfico estratégico tanto por los rebeldes como por las fuerzas gubernamentales- que continúa hasta hoy.
El caso sirio se discute simultáneamente en Bruselas, donde los ministros de Exteriores de la Unión Europea están reunidos para decidir si prolongan o flexibilizan, en un intento por beneficiar a los grupos armados opositores, el embargo de armas que pesa sobre Siria.
La importancia que tendrá el caso de Siria durante las próximas tres semanas de sesiones del CDH quedó evidenciado cuando minutos después de su apertura, la delegación de Catar -apoyada por Turquía- propuso la convocatoria de una "sesión de emergencia" dedicada exclusivamente a la situación en este país.
El embajador catarí, Alya Al-Thani, dijo que 40.000 civiles padecen un "bloqueo" en Al Quseir y que se requiere una acción urgente del CDH para que el régimen sirio detenga su operación militar allí y permita la entrada de ayuda humanitaria.
En reacción a esa declaración, el embajador sirio, Faysal Hamui, se opuso a esa convocatoria y acusó a Catar y a Turquía de incentivar la guerra en su país a través de la financiación y otros tipos de apoyo a la oposición armada.
La presidencia del CDH propuso que esa sesión se celebre el miércoles, pero algunos países pidieron más tiempo para realizar las consultas oficiales con sus gobiernos y pronunciarse al respecto.
Este debate coincide con las últimas negociaciones para fijar las fechas de una gran conferencia diplomática sobre Siria a celebrarse también en Ginebra, probablemente a partir del 10 de junio, según fuentes diplomáticas en esta ciudad.
El Gobierno de Bachar Al Asad ha confirmado que enviará a representantes a esta importante cita, convocada por iniciativa de Rusia y de Estados Unidas, y en la que también se espera que participen delegados de los principales grupos opositores.
Sin embargo, el espacio y el tiempo que la situación de Siria ocupa en las sesiones del CDH preocupa a algunos observadores, que temen que otras situaciones graves queden relegadas.
Entre ellas figuran -según enfatizó la alta comisionada en su discurso de hoy- el surgimiento de la violencia sectaria en Birmania, el aumento de la violencia en Irak -con 600 civiles muertos sólo el pasado abril- o la evolución preocupante de los derechos humanos en países africanos como Mali, Sudan del Sur y la República Centroafricana.
Pillay también recordó la permanente violación de los derechos humanos de los palestinos y mencionó con particular preocupación la detención de 5.000 de ellos por parte de Israel, en muchos casos sin ningún cargo en su contra. EFE