Paola Ñáñez
2001.com.ve
Los presidentes de Venezuela y Bolivia, Nicolás Maduro y Evo Morales, respectivamente, han asumido el papel de mandatarios ‘desobedientes’ en las horas previas a la VII cumbre de las Américas, marcada por el tono amable de las diplomacias cubana y estadounidense a la espera del encuentro entre Barack Obama y Raúl Castro.
Maduro dijo estar en "son de paz a Panamá", y hasta ilustró su actitud cogiendo la batuta de la banda que interpretaba el himno de su país a su llegada a Panamá.
Pero su primer acto oficial fue una ofrenda floral en el monumento a los caídos ubicado en el populoso barrio de El Chorrillo, el epicentro de la destrucción provocada por la invasión de EEUU a Panamá en 1989 para derrocar al dictador ahora encarcelado eduardo Noriega.
Casi al mismo tiempo que el presidente Obama visitaba las instalaciones del Canal, Maduro aseguró que reclamará al mandatario de EE.UU que pida perdón a las víctimas y las indemnice por la invasión, que, a su juicio, fue "una masacre".
Previamente, la diplomacia venezolana intentó imponer en el preámbulo de la declaración conjunta de los mandatarios reunidos en Panamá una condena a la política estadounidense hacia su país.
La exigencia ha truncado un documento de consenso, que será sustituido por un "informe" del presidente del país anfitrión, Ricardo Varela.
Maduro tuvo sin embargo en el presidente boliviano un duro contrincante en el rol de protagonista crítico de la Cumbre. Evo Morales, endureció su discurso con EE.UU, al afirmar que "quiere derrocar a Maduro por decreto" para extender su acusación a todo el continente al argumentar que intenta derrocar a los gobiernos por la vía económica.
El presidente boliviano, que llegó a Panamá desde Caracas, se arrogó el papel de portavoz de la paralela "Cumbre de los pueblos", cuyas conclusiones se comprometió a trasladar al encuentro de los jefes de Estado americanos.
Agencia EFE