AFP
Carlos es escéptico, Jesús está decepcionado e Inadei solo cree en la ayuda divina. El diálogo entre el gobierno y la oposición tiene confundidos a muchos venezolanos, que solo quieren una solución a sus angustias.
Sentado en el camión con que surte de cerveza a comercios del este de Caracas, Carlos Cadenas cree que las conversaciones iniciadas el domingo a instancias del Vaticano y Unasur están destinadas al fracaso.
"Creo que no va a pasar nada, esos bichos (tipos) se odian a muerte, no se pueden ni ver", soltó con una mueca de desprecio.
Tras una escalada del conflicto por la suspensión del referendo revocatorio que la oposición impulsaba contra el presidente Nicolás Maduro, las partes decidieron sentarse a la mesa para negociar una salida a la grave crisis política y económica.
Como resultado de ello, la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) pospuso un "juicio político" a Maduro por parte de su mayoría parlamentaria, y una marcha prevista para este jueves hacia el palacio presidencial de Miraflores.
Decepcionado pero no resignado
Vendedor de frutas, Jesús Peña asegura estar "decepcionado" con la suspensión de las movilizaciones, aunque se dice listo para ir a Miraflores cuando lo convoquen.
"No me pareció lo que hizo el Vaticano. Van a decidir por nosotros que somos los que estamos pasando la crisis, ellos están por allá muy bien", se queja Peña, mientras ordena mandarinas en su puesto ambulante.
Culpando al delegado papal del repliegue opositor, está convencido de que la solución a los problemas del país petrolero no saldrá de "ningún diálogo", sino de la presión en la calle.
"Yo iría (al palacio) a pesar de estar decepcionado porque se supone que es algo en lo que hay que ser constante, si no, nada funciona", argumenta.
A Dios rogando
Los venezolanos soportan una crisis agravada por la caída de los precios del crudo, que se refleja en una aguda escasez de alimentos y medicinas, y la inflación más alta del mundo, proyectada por el FMI en 475% para este año.
A ello se suman los fallos continuos en los servicios públicos y una criminalidad que ha convertido a Venezuela en uno de los países más inseguros del planeta.
Asomando una luz de optimismo, Juan Carlos León opina que el diálogo es bueno "siempre y cuando sea sincero y sin agendas ocultas". De lo contrario, advierte, "no nos va a servir".
Pero en una de las muchas colas que debe hacer a diario, esta vez para conseguir pasajes de bus subsidiados para su hijo, Inadei Sánchez, evidencia su desconsuelo.
Sánchez trabaja en un programa gubernamental de salud, creyó en la revolución que fundó el fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), pero ahora se siente "cansada".
"Para mí la única solución es que Dios meta su mano", sentencia.
2016-11-02