Redacción 2001
Viajar sin estatus migratorio, sin Cadivi, sin ahorros, sin poder arrimarse en casa de un amigo y con escasa posibilidad de insertarse de manera inmediata en el mercado laboral en el extranjero, está llevando a muchos venezolanos a caminar en la cuerda floja.
Los reportes internacionales atienden cada vez con mayor profusión los casos de los venezolanos que, forzados por la adversidad terminan formando parte de la delincuencia.
Mendicidad, tráfico de drogas, prostitución son algunos de los caminos sin futuro que toma la diáspora más desesperada. una vez que se diluyen sus expectativas.
Malas experiencias. Entre las peores notas que se le atribuyen a la inmigración venezolana está el caso de Panamá.
El crecimiento exponencial de la diáspora criolla y su acomodo en el mercado de trabajo en Panamá, ha derivado en un sentimiento xenófobo.
Contribuye al rechazo, la actitud del criollo a pretender exportar sus códigos de comportamiento, en lugar de aceptar su condición de extranjero.
Las quejas se alimentan además con la activa participación política de la inmigración, con manifestaciones en contra del Gobierno de Maduro y algunos actos de la izquierda en la capital panameña.
Asimismo los medios locales han dado cobertura a las acciones delictivas de algunos venezolanos en la trata de blancas, estafas, trampas migratorias, lo que fue determinante en las limitaciones al visado ordenado por el presidente Juan Carlos Varela. Las medidas fijaron que los venezolanos deberán solicitar una visa para entrar al país como turistas y demostrar solvencia económica mínima de 500 dólares, entre otros requisitos.
Quizá la nota más mediática ha sido el drama pasional de una pareja venezolana en Colinas de Santa Cruz, en David, Chiriquí.
El balance del paso de la diáspora deja en el camino una proclama: “Panamá para los panameños”, una muestra de hasta donde han llegado los roces, a pesar de que poco más de una década, las inversiones venezolanas contribuyeron a impulsar al sector inmobiliario en la capital.
2018-01-08