Jesús M. Gambús / [email protected]
En materia de corrupción, de investigación de las sospechas en el uso indebido de los recursos del Estado para enriquecimiento personal, no vale eso de borrón y cuenta nueva. Lo que se puede entender es que la lucha contra ese flagelo no tiene horario ni fecha en el calendario.
Hace casi un año, con amplio despliegue mediático, la Reforma a la Ley contra la Corrupción salió a la luz pública bajo el manto de la Ley Habilitante concedida al presidente Nicolás Maduro por la
Asamblea Nacional. Las frases con las que el mandatario nacional acompañó la firma y la designación de las nuevas autoridades contra el flagelo así llenaban el camino de la lucha con frases como: “No hay socialismo posible con corrupción” o “Lo que yo más detesto es un bandido vestido de rojo simulando ser chavista, bolivariano. Es la máxima expresión de la hipocresía”.
Incorruptibles secretos. “Los guerreros y guerreras de la honestidad” que tomarían sitios estratégicos contra la corrupción, resguardados bajo las alas de la Reforma a la Ley contra la Corrupción se mantienen en las sombras, en cumplimiento de la asignatura impartida.
Su identidad y sus actividades están bajo una llave guardada por el Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (Cesppa), según el decreto que le dio la partida de nacimiento. Ese sustento normativo que cierra toda posibilidad de saber quién o quiénes son, y qué han hecho.
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2015-11-05